Ajo barato en el Mayorista de Ambato

Carrusel

En la sección del ajo del Mercado Mayorista de Ambato, el olor fuerte y fresco de los sacos abiertos se mezcla con la voz amable de las comerciantes, que ofrecen su producto con la esperanza de que lleguen más clientes. Aunque las ventas no están como antes, dicen que los precios ahora están al alcance de todos.

María Angélica Jambo, una de las comerciantes con más años en el sitio, nos recibe entre sonrisas y preocupaciones. “Nuestro producto es el ajo verde y ahorita está con un precio accesible, desde los 100 dolaritos para abajo”, comenta, mientras acomoda cuidadosamente los sacos. Además, el “ajo macho”, ese que dura más y tiene dientes más grandes, se vende entre 200 y 100 dólares, dependiendo de lo parejito que venga.

“La verdad es que en estas vacaciones no se ha movido mucho el negocio. Queremos que venga más gente, que se animen a comprar… el ajito está bueno”, dice con ese tono de quien no pierde la fe. Y es que, aunque el flujo de compradores ha bajado, el ánimo de las comerciantes sigue firme.

En esta nave del mercado están registrados unos 30 vendedores, todos parte de la asociación Rodrigo Pachano Lalama. Pero no son los únicos. Otras asociaciones también trabajan en el lugar, cada una con su propio catastro, intentando sobrevivir en un comercio cada vez más exigente.

El ambiente de la feria es ruidoso y cálido. Se escucha el crujir de los sacos, el murmullo de las negociaciones y algún que otro chiste para romper el hielo. Aquí no hay vitrinas ni grandes letreros; lo que hay es cercanía, confianza y la posibilidad de revisar el ajo con las manos, de mirar de cerca y decidir con calma.

Los comerciantes insisten en que el ajo que venden es fresco y de buena calidad. “Aquí no se engaña a nadie. Usted puede ver, tocar, preguntar. Y si se lleva más, hasta le hacemos precio”, afirma Jambo, con la picardía de quien sabe ganarse a los clientes.

El Mayorista de Ambato sigue siendo uno de los pulmones del comercio local y nacional. Cada día, desde antes que amanezca, decenas de personas llegan con la ilusión de vender todo o al menos una buena parte. No hay certeza de cómo será el día, pero sí una voluntad firme de seguir adelante. (I)

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