Agroecología / Mauricio Calle

Columnistas, Opinión

A nivel mundial la agricultura convencional no ha sido la solución para reducir la pobreza y alcanzar la soberanía alimentaria, de modo que la brecha es más grande y a través de los años se ha agudizado la migración desde las zonas rurales hacia las ciudades con el deseo de encontrar un mejor porvenir.

La agroecología propone cambiar de paradigma, rescatando la naturaleza, asegurando la soberanía alimentaria y empoderando al campesino. Esta propuesta trae consigo varios beneficios ambientales, económicos y políticos para el productor.

El principal atractivo de la agroecología es la producción de alimentos sanos sin la dependencia del uso de agrotóxicos fabricados por las grandes multinacionales. Esto constituye una alternativa sustentable que representa un nuevo horizonte para la agricultura familiar.

El reciclaje de nutrientes, la sustitución de insumos externos, el mejoramiento de la actividad biológica del suelo y muchas otras ventajas ofrece la agroecología. Sin embargo, el principal beneficio para el agricultor y campesino es detener los atropellos causados por la agricultura industrial y los pagos injustos por las cosechas. Sin duda alguna los pueblos pueden alcanzar la soberanía alimentaria, garantizando sus alimentos por medio de mercados locales de consumo y redes estratégicas entre productores, además de ganar autonomía.

Indudablemente la agroecología no se basa en un enfoque neoliberal, más bien se traduce en el fomento de la agricultura local y la producción nacional de alimentos de campesinos y familias rurales. De esta forma se puede disminuir la pobreza y el hambre que actualmente golpean al campo.

En Ecuador la agricultura tradicional no ha dado buenos resultados, es por esta razón que se necesita aplicar estrategias agroecológicas como herramientas para generar políticas públicas que combatan al hambre y la pobreza en zonas rurales, políticas que reivindiquen la ardua labor de los agricultores en el agro ecuatoriano.

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