Acorralados como animales de presa / Luis Fernando Torres

Columnistas, Opinión

Los sabuesos tienen acorraladas a las presas. Sólo falta que lleguen los cazadores para que las huidizas presas duerman en la boca de los feroces perros.

Las recientes escenas con alcaldes y prefectos se parecen a las cacerías, con la diferencia que en esta práctica deportiva está ausente el escándalo mediático. En el mejor de los casos, suenan trompetas o silbatos.

Al Prefecto Morales le han querido sentenciar sin proceso ni juicio, únicamente utilizando conjeturas sobre un complejo entramado de contrataciones. De lo que se ha mostrado en los medios, no es difícil llegar a la conclusión que es responsable de contrataciones irregulares, realizadas eludiendo las prohibiciones legales.

En un Estado de derecho, sin embargo, mientras no exista sentencia judicial condenatoria, se presume que el procesado es inocente. Y para que alguien sea condenado, debe ser acusado con pruebas, habiéndose defendido.

Se ha iniciado la instrucción fiscal en contra del legendario guardameta de Barcelona. En esta primera etapa del proceso penal no hay culpables sino sospechosos. Morales ha dado la cara y ha dicho que le dejen defenderse. No ha huido, lo cual es un mérito con tantos antecedentes de prófugos en el Ecuador.

Existen innumerables casos de autoridades seccionales que han sido privadas de la libertad,  encarceladas y despojadas de sus cargos, que, luego de procesos penales largos, han resultado absueltas, lamentablemente, sin la posibilidad de recuperar sus cargos y su honor.

Pestañita, como se le conocía al Prefecto en su época de futbolista, está acorralado frente a los sabuesos. Los cazadores se encuentran cerca, aproximándose lentamente para dar la orden de morderlo. Le quedan los 30 días de la instrucción fiscal, aunque, si se observaran las normas procesales y seccionales, tendría más tiempo.

Los sabuesos y los cazadores necesitan una presa de su envergadura e importancia. Harán lo que puedan por saborearlo bien jugoso y cocido.

Por tratarse de un ciudadano con derechos y no de un zorro o un venado, lo civilizado, en una sociedad gobernada por las leyes y no por el hambre de los sabuesos, es que se defienda antes de ser condenado.

El derecho a la defensa es sagrado. Lo que dicen los comunicadores, los políticos, los fiscales y las autoridades contraloras, son simples juicios de valor y, como tales, criticables e impugnables. Sólo los jueces condenan por delitos. El Ecuador es un Estado constitucional de derechos y justicia. (O)

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