Absurdistán / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión

Absurdistán / Mario Fernando Barona                               

No, no voy a hablar de la película que da nombre a esta columna, pero creo que lo haré en algún momento porque la trama podría prestarse para curiosas comparaciones con el tinglado de corrupción instalado en el Ecuador durante el correísmo.

Uso el nombre de esta interesante obra del cine alemán para intentar explicar lo que representa vivir en el absurdo, un absurdo en el que se elogia al corrupto, se vanagloria al farsante y se ensalza y protege al delincuente, mientras que el opositor es perseguido, el acusador acusado, el delator ajusticiado y el honesto difamado. Pruebas al canto.

El Estado ecuatoriano pretende resarcir el tremendo daño a la fe pública cometido por la brasileña Odebrecht, negociando una compensación de unos cuantos dólares y ofreciéndole a cambio el camino libre para volver a contratar. Inaudito. Una empresa que abusó y delinquió con tamaña grosería no debería, por principio ético y de dignidad, volver a pisar el país nunca más. El solo sentarse a negociar (como ya se lo ha hecho) es un absurdo.

La enorme deuda interna y externa dejada por el correísmo incluye el no pago de los haberes a los pensionistas desde el 2010, y este gobierno pretende graciosamente hacérnosla pagar a todos los ecuatorianos con más impuestos. Ventajosamente ni los mismos afectados están de acuerdo con tan absurda propuesta.

Está bien que en Quito su alcalde tome medidas radicales para bajar la cantidad de vehículos en sus calles al menos temporalmente mientras dura el plan de intervención y repavimentación de varias vías, pero evidentemente es absurdo que incluya sin excepción al transporte público e incluso motocicletas de reparto; pregunto: ¿si no es con los primeros cómo se movilizarían los prohibidos a hacerlo?; y segundo, ¿habrán hecho alguna evaluación de la cantidad de pérdidas provocadas a los negocios por no permitirles trabajar a los automotores para delivery?

La ministra Romo y su pareja, Iván Granda, Secretario Anticorrupción, protagonizaron hace varios días un escándalo que los tiene en la picota al haber usado uno de los helicópteros de la policía nacional para fines exclusivamente particulares, porque a decir de Granda no tenían plata para trasladarse a vacacionar en Esmeraldas. Es absurdo que se aplique la Ley sólo para unos (como en el mes de mayo con el general Espinosa de los Monteros) y no para sus jefes, como es absurdo también que a pesar de no tener plata, vacacionen en un club caro y viajen en helicóptero particular. (O)

mariofernandobarona@gmail.com

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