Tradiciones vivas generan economía 

Ciudad

Con la llegada del 31 de diciembre, miles de familias en Tungurahua y en todo el país se preparan no solo para despedir el año, sino también para recibir el nuevo con esperanza y optimismo. 

En este contexto, las cábalas de fin de año vuelven a cobrar protagonismo como parte de una tradición popular que mezcla creencias, costumbres y deseos para el futuro. El comercio está activado con la venta de productos.

Desde tempranas horas, mercados y comercios registran un incremento en la venta de artículos relacionados con estas prácticas. Entre las más comunes se encuentran comer 12 uvas a la medianoche, cada una acompañada de un deseo; salir a la calle con una maleta para atraer viajes; y usar ropa interior de colores, donde el amarillo simboliza prosperidad, el rojo amor y el verde salud.

“Empezamos la venta de uva verde, negra y rosada que llegan desde Perú. Se vende desde un dólar y las personas compran hasta la misma noche del 31 de diciembre”, dijo Graciela Mina, vendedora.

Otra de las cábalas más representativas es la quema del monigote, una tradición profundamente arraigada que simboliza dejar atrás lo negativo del año que termina. Aunque esta práctica tiene un carácter festivo y simbólico, las autoridades recomiendan realizarla con responsabilidad y respetar las normativas locales para evitar accidentes.

Jorge Ordóñez, comerciante de monigotes hace 26 años, indicó que esta es una tradición que va de generación en generación y no se pierde.

“Ahora los más pequeños inician comprando sus monigotes, siendo una tradición en cada familia”, explicó.

Comerciantes ambateños señalan que, en los días previos al fin de año, la demanda de productos para cábalas aumenta significativamente, lo que representa un alivio económico para pequeños negocios y vendedores informales. 

“La gente no quiere dejar de cumplir sus tradiciones, porque sienten que eso les da esperanza para empezar bien el año”, comentó Zoila Taboada, vendedora de frutas.

Sociólogos coinciden en que, más allá de la creencia en la suerte, las cábalas cumplen una función emocional y cultural: ayudan a cerrar ciclos, fortalecer la unión familiar y proyectar metas personales. En un contexto marcado por dificultades económicas y sociales, estas prácticas se convierten en una forma de renovar el ánimo colectivo.

“El ser humano siempre siente el deseo de renovar, cambiar, cerrar ciclos y ser una persona mejor y con un conocimiento más optimista”, dijo Alicia Martínez, psicóloga familiar y educativa.

Así, entre rituales, risas y expectativas, las cábalas de fin de año siguen siendo parte esencial de la celebración, reflejando la identidad cultural y el deseo compartido de que el nuevo año llegue cargado de salud, trabajo y bienestar para todos. (I)

Deja una respuesta