Presupuesto educativo

La semana anterior, la Asamblea Nacional aprobó el Presupuesto General del Estado. Dentro de este, el destinado a Educación para el 2026 es de aproximadamente USD 5.984 millones; esto representa un aumento del 13.2% respecto al presupuesto del 2025; acompañado del clásico discurso: “Este aumento es parte de una inversión en salud y educación que busca fortalecer la formación educativa del país”. El mandato constitucional vigente, obliga a que cada año se aumente en 0,5% del PIB el dinero destinado a estos sectores, pero no se cumple; porque este mandato nunca dispuso sobre cuál era la fuente de financiamiento para que se haga efectivo.
Así es que cada año, educación y salud, dependen de un presupuesto donde el Estado fija los montos requeridos. En el presupuesto para 2026, de más de 46.000 millones, se incluyen las asignaciones para estos dos sectores en alrededor de 5.000 millones de dólares. Cantidad presupuestada que depende de los ingresos fluctuantes del precio del barril de petróleo. Y hay una noticia, en el diario digital Primicias que llama la atención: a un mes que termine el año 2025, solo la mitad del presupuesto destinado a salud y educación, se ha utilizado.
La Constitución actual, le da al ministro el cargo protocolario de administrador, más no puede disponer aspectos que transformen el ámbito educativo. Las actuales leyes generan tensiones y obstáculos laborales, estudiantiles; de familia y de género. Urge un cambio total del aspecto legal del sistema educativo porque las instituciones se enfocan en situaciones controversiales que distraen su accionar formativo. Los funcionarios de escritorio no sienten la necesidad de que una comunidad reabra la escuelita que le da vida, que acoge a sus niños y jóvenes en la tierra que le vio nacer y no tengan que auto desterrarse a sectores urbanos, de los cuales llevan enseñanzas que no se acercan a su forma de vida y causan problemas en sus comunidades.
En Salud, se presentan indolentes, cicateros, ante la miseria y la pésima atención en los hospitales, sin medicinas básicas, sin profesionales especialistas, sin atención de alivio a sus dolencias; sino con aumento de problemas que aceleran la muerte y cunden en sufrimiento a las familias. Mientras cambian funcionarios que, ingresan pulcros, inmaculados, con el tiempo salen; sin haber cumplido su tarea; y picados cual viruela; de incapacidad, corrupción viciada de intereses personales, familiares, empresariales.
El presupuesto educativo en Ecuador debe priorizar los seis ejes estratégicos identificados: educación segura, alimentación y reinserción escolar, revalorización docente, fortalecimiento de la educación en valores y fortalecimiento institucional. El presupuesto educativo debe demostrar calidad y no cantidad; la asignación de recursos tiene que garantizar una enseñanza de excelencia, en lugar de aumentar el gasto o la matrícula estudiantil; tantos manuales y protocolos que se imprimen para nada; los fondos deben invertirse en infraestructura física y tecnológica, contratación de docentes calificados, programas de capacitación y mejora continua para asegurar una educación superior con impacto real en el desarrollo del país y que no solo cumpla con indicadores numéricos. (O)
