El mundo real III

Como decía el autor la semana pasada: “O eliges la pereza, la mediocridad, en confort o el error de caerse y levantarse con la boca llena de polvo y sangre de la lucha. Eres tú quien se rodea de gente que valida tus excusas. de amigos que te dicen, «No te esfuerces tanto. La vida es para disfrutarla, porque tu crecimiento pone en evidencia su propio estancamiento. Son cangrejos en un cubo tirando hacia abajo a cualquiera que intente escapar y tú les dejas, les sonríes y asientes, traicionando a esa versión grandiosa de ti que grita desde el fondo de tu alma pidiendo una oportunidad para salir a la luz.
Cada vez que rompes una promesa que te haces a ti mismo, te estás diciendo a un nivel subconsciente que tu palabra no vale nada, que no puedes confiar en ti. Y, ¿cómo pretendes que el mundo confíe en ti, que te dé responsabilidades, que te pague lo que vales si no tú mismo confías en la persona que ves en el espejo? La disciplina es la forma más elevada de amor propio.
No es castigo, es la decisión de renunciar al placer inmediato por la recompensa a largo plazo. Es elegir quién quieres ser en el futuro por encima de quién eres en el presente. Cada vez que apagas la televisión y abres un libro, estás votando por tu sabiduría. La vida es una elección constante entre lo que es fácil y lo que es correcto. Y el enemigo interior, ese traidor cobarde, siempre, siempre te empujará hacia lo fácil. Te venderá la procrastinación como descanso, la cobardía como prudencia, la resignación como madurez. Debes declarar una guerra civil dentro de tu propia mente. Debes cazar cada excusa, cada justificación, cada pensamiento débil y aniquilarlo sin piedad. Tu mente no debe ser un hogar confortable para la debilidad. Debe ser una forja, un lugar de fuego, presión y transformación.
Tienes que convertirte en el guardián de tu propia mente. Cuestiona cada pensamiento. Esto me acerca a mi objetivo o me aleja de él. ¿Esto me da poder o me lo quita? Es la voz del guerrero o la del cobarde. Sé implacable. Sé brutalmente honesto. El dolor de la autodisciplina pesa kilos. El dolor del arrepentimiento pesa toneladas. Elige tu dolor porque el sufrimiento es inevitable, pero crecer a partir de él es una opción. Has culpado a tus padres, a tu pasado, a la economía, al gobierno. Has tejido una cómoda manta de victimismo para protegerte del frío de la responsabilidad. Pero esa manta es también tu mortaja, te asfixia lentamente, te roba el aire, la fuerza, la vida. Hoy esa victimización termina. El poder no te lo van a dar, tienes que tomarlo. Y el primer acto de poder es tomar control absoluto sobre el único territorio que verdaderamente te pertenece, el espacio entre tus orejas, tu mente, tu voluntad, tu espíritu. Lo que necesitas es disciplina. La disciplina es el motor que sigue funcionando cuando la motivación se ha ido de vacaciones. Es el puente entre tus metas y tus logros. Así que la próxima vez que te mires al espejo, no veas a un amigo. Ve a tu único y verdadero rival. Ve al único oponente que se interpone entre tú y tu grandeza. Mírale a los ojos y dile, hoy no, hoy no vas a ganar tú. Hoy el control lo tengo yo. Hoy vamos a la guerra y no volveremos hasta haber conquistado lo que es nuestro. La batalla contra el mundo es secundaria. Gana primero la batalla contra ti mismo.” (O)