Sábado tranquilo en Parque de La Merced

Carrusel

Un sábado más despierta en el corazón del Parque de La Merced. El reloj marca las 10:00 horas y, a pesar del cielo despejado y el clima agradable, el movimiento en este emblemático pulmón urbano es escaso. 

El parque, ubicado en uno de los sectores más tradicionales de la ciudad, luce apacible, casi en pausa, como si se resistiera al bullicio que alguna vez lo caracteriza.

Durante un recorrido realizado por este medio de comunicación, se pudo observar que los juegos infantiles solo contaban con la presencia de unos cuantos niños que, entre risas tímidas y columpios que crujían suavemente, trataban de apropiarse del espacio. Las bancas, normalmente ocupadas por personas mayores o paseantes, estaban vacías en su mayoría. Apenas algunas figuras solitarias cruzaban el parque, enfundadas en sus chamarras y caminando con paso tranquilo.

Al costado del parque, la iglesia de La Merced también mostraba poco movimiento. La puerta principal estaba entreabierta, como si invitara a entrar, pero el eco del interior evidenciaba la falta de fieles en esta jornada matutina. El silencio sagrado solo se interrumpía por el canto lejano de algún ave urbana.

La cancha, ubicada junto a la piscina, ofrecía una imagen similar. Sin partidos, sin gritos, sin eco de pelotas rebotando. Un par de jóvenes cruzaban por ahí, pero no para jugar: solo usaban el espacio como atajo. A pesar de su calma, este lugar sigue siendo un punto de encuentro silencioso entre generaciones, una promesa de comunidad aún latente. “Estoy de pasada con mis hijos, pero el parque está muy bonito para distraerse”, señala Carlos Ortiz, ciudadano. (I)

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