La Felicidad: Un derecho / P. Hugo Cisneros

Columnistas, Opinión

A lo largo de mi vida no he encontrado una sola persona humana que no quiera ser feliz; pero si he encontrado muchas personas que hacen todo lo posible para ser «infelices» y para impedir que los otros «sean felices”. La felicidad sigue siendo un derecho de toda persona humana, y al mismo tiempo se constituye en una de las más grandes dificultades pues resulta que es «casi inalcanzable», casi imposible. Los jóvenes sienten de una manera especial y con mayor fuerza el llamado a la dicha y a la felicidad.

Muchos lloran su precipitación pues quieren vivir en un «plazo corto» aquello que tiene que ser para toda la vida. Muchos lamentan su equivocación pues creyeron que la felicidad viene de «afuera», creyeron que uno es feliz porque tiene más oportunidades de diversión, de distracción. Otros en cambio se arrepienten pues descubren que la felicidad y la dicha no es algo, en la vida, que se conquista sin sacrificio, descubren que las «felicidades fáciles» pagan duro a aquellos que la conquistan.

En estos días en reflexiones juveniles hemos buscado de definir lo que es la felicidad y nos hemos preguntado que camino propone Dios y Jesucristo para llegar a la dicha y la felicidad. Ante todo descubrimos que la felicidad es un «estado de vida», de satisfacción y gusto por lo que somos y por lo que hacemos.

Con esta descripcíón no aceptamos, con los jóvenes, que la felicidad dependa de lo que uno tiene. Nunca la felicidad viene por el camino del tener. No porque uno tiene riquezas es feliz, no porque uno tiene prestigio, dinero, placeres es feliz. Descubrimos que la felicidad se inscribe en la linera del ser, por ello lo del estado de vida. La dicha y la felicidad es algo innato del hombre, uno nace para ser dichoso y feliz, por ello todo esfuerzo que hace es para sentirse y ser dichoso de verdad. Nada de lo que hace el hombre sería comprensible si no se lo hace en función de su dicha y de su  felicidad. (O)

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