Destino del hombre / Jaime Guevara Sánchez

Columnistas, Opinión



Veamos esta pregunta ¿Para qué vivimos? Ahora, démosle vueltas a la respuesta, “vivimos para trabajar”, “trabajamos para vivir”, “vivimos y trabajamos”, “trabajamos y vivimos”. Hay muchos libros escritos sobre este zigzag. A través del tiempo, inteligencias privilegiadas han analizado la situación. Sus ideas han influido en el rumbo que ha tomado la humanidad durante siglos. Personajes sobresalientes en este campo fueron, -son-, Tomas Malthus y David Ricardo.

Tomas Malthus fue un clérigo anglicano que se convirtió en profesor de economía. En su libro Ensayo sobre los Principios de Población escribió: “El más grande obstáculo del progreso humano es el incremento de la población. La gente se multiplica más rápidamente que la producción de provisiones alimenticias. Se multiplica a pesar de los frenos como hambrunas, epidemias y guerras. Por consiguiente, la miseria y la pobreza humanas son inevitables”.

Otro personaje fue David Ricardo, ingles dedicado a los negocios. Construyó una gran fortuna cuando todavía era muy joven. Fue elegido miembro de la Cámara de los Comunes. En su libro Principio de Economía Política e Impuestos, Ricardo dijo “… la pobreza de la clase trabajadora es inevitable. El trabajo es como cualquier otro artículo, barato cuando abunda, caro cuando escasea”.

La población crecía tal como Malthus lo vaticino; situación que forzó a los salarios a ubicarse en el nivel más bajo posible, tratando, solamente, de evitar que los trabajadores murieran de hambre. El postulado de ese escenario fue obligatorio. Si se aumentaba los salarios, los trabajadores tendrían más hijos, incrementaría la oferta de trabajadores y esa oferta empujaría los salarios hacia abajo, otra vez. La idea se conoció como “Ley de Hierro de los Salarios”. Malthus y Ricardo pintaron un cuadro siniestro para el trabajador, condenándole a una pobreza inevitable por leyes inamovibles, invariables. No es de extrañar que la nueva ciencia social de la economía llegó a ser conocida como “Ciencia Sombría”.

En el fondo de todas las ideas de la época estaba la tesis de limitar el crecimiento de la población. Hoy, empieza a pregonarse modificaciones de esas ideas. Sin embargo, los fundamentos profundos, originales; los fundamentos cósmicos de aquellos sabios continúan siendo los mismos… Vivimos en un mundo físico finito. La tierra es un cuerpo cósmico limitado. Por ejemplo, no es posible incrementar la superficie agrícola de la tierra; tampoco los otros factores que intervienen en la sustentación de la vida. ¿Cuál es la solución? Actuar lo más inteligentemente posible. No esperar hambrunas, epidemias y guerras pongan punto final al hervidero humano; como lo proclamaron Malthus, Ricardo, Adam Smith.

O, como la vaticinaron Albert Einstein, Stephen W. Hawking, personajes cercanos al hoy de hoy; tesis relativamente más conocidas por las generaciones modernas. (O)

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