El simbolismo de la navidad / Ing. Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión



Una vez más y como cada año, nos aprestamos a celebrar la Navidad, uno de los pocos momentos que todavía conserva algo de aquellos buenos sentimientos tan propios de todo ser humano, en medio de una sociedad de consumo que arremete con fuerza para reducir cualquier expresión a lo netamente material.

Pero el espíritu navideño se mantiene y lleva a que muchísimas personas, durante estos días de diciembre, busquen la oportunidad para exteriorizar lo mejor de sí mismas.

Pues a pesar de esa enorme maquinaria del consumismo que parecería coparlo todo, vuelven a aparecer gente dispuesta a crear y compartir momentos de alegría, principalmente con los más necesitados pero también como con quienes sin serlo, buscan el abrazo o la sonrisa de sus seres más cercanos.

Es de esta manera como los valores humanos de la amistad, generosidad, comprensión, solidaridad y tantos otros, vemos florecer por doquier.

Una época del año llena de símbolos de gran significado. Navidad es natividad, el nacimiento del Hombre nuevo que está dentro de cada uno, aquel que se identifica con construir antes que destruir, con amar antes que ser amado, con servir antes que ser servido, con dar antes que recibir, con ser antes que aparecer.

Los pesebres y sus cánticos proporcionan el entorno adecuado para lograr la unidad tantas veces rota durante los últimos doce meses. La estrella que aunque la observamos como algo externo, en realidad es esa luz interior que debe guiar en adelante nuestras acciones.

Los tres Reyes Magos, traen consigo oro, incienso y mirra recordándonos la triple naturaleza del Hijo de Dios: el oro por su carácter divino, el incienso como puente de lo celeste con lo terrestre y la mirra que recuerda su condición humana.

Por otra parte, tenemos al árbol de navidad que con sus luces evoca al cielo estrellado como parte de ese universo del cual todos participamos como una misma familia, llamada humanidad.

También están los regalos navideños, los cuales no son sino exteriorización de sentimientos más profundos, una forma de decir a esa persona que se ha ganado un espacio en nuestro corazón, que cuando elegíamos ese presente lo hacíamos pensando en lo que le gusta o aprecia. Sabiendo además que al llevarlo consigo, ese recuerdo fortalecerá el lazo de la unidad.

Un regalo tiene además mucho de sorpresa, que desde su propia envoltura predispone el ánimo de quien lo recibe. No es importante lo que guarde ese paquete, lo fundamental es el cariño con el que se lo da.

No podemos dejar de lado a otras figuras como las del Papá Noel, que a pesar de que hoy esté envuelto en medio del comercio, puede cobrar sentido si recordamos que en su origen simbolizó a nuestro ser interior y es quien nos otorga talentos, cualidades, habilidades y virtudes, todos ellos a manera de verdaderos obsequios que nos da la vida.

Es por ello que Navidad seguirá siendo una época especialmente significativa.

CC No. 170646122-3

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