Topónimos de Quisapincha por 1660 / Pedro Reino

Columnistas, Opinión

La toponimia, o sea, los nombres de montes, ríos, sectores de la geografía, ríos, quebradas y más, según los documentos de los primeros tiempos de la colonia, en nuestro ámbito provincial, están en lengua pre-quichua; esto es en quitu-pantsaleo. Este dato, hay que seguir insistiendo, revela que una cultura diferente tuvo un largo enraizamiento en nuestra geografía, que poco a poco fue diluyéndose con el incario conquistador y con la quichuización implementada por los sacerdotes coloniales. Ya en los años 1700 casi todo pasa a quichua. Ahora hay una verdadera confusión cuando se trata de buscar etimologías. Las direcciones de educación bilingües no han implementado un estudio de lo que se llamaría una ‘historia etnocultural’ que les aclare su propio pasado; peor se atreverían a asumir una cátedra obligatoria de “Lenguas Indígenas en contacto”. ¡Qué lejos estamos de dejar los mitos! Y sobre todo de la educación e investigación en los dos países vecinos.

En fin, ahora veamos un testamento de una importante mujer de Quisapincha llamada Lucía Sinsinchimbo, que por 1660 está próxima a dejar este mundo; lo que para nuestro interés quiere decir que tendría a sus padres enfrentándose a los primeros castellanizadores. Dice que estuvo “casada con Francisco Quinatoa del aillo y parcialidad de los Quisapinchas de don …”. Lastimosamente se corta la pertenencia a algún mandón, puesto que no aparece el nombre que ha quedado cortado con los puntos suspensivos.

En lo que toca a nombres de tierras, extraigo del testamento lo puntual: “Iten declaro que tengo unas tierras llamadas a una estancia Chisaglegue Chiquicucho y Guambayna con una alaja, que estas tierras habían ganado mis padres antepasados llamados Jutite por una real provisión, y así mesmo estoy en la posesión actualmente que nosotros somos 4 herederos Pedro Poaquisa, Isabel Caylín, María Caylín la cual mandó que le repartan por iguales partes”. Luego enumera las siguientes “chacras”, o sea tierras cultivables, que en el esquema administrativo, ahora leyendo nuevos documentos, puedo decir que eran las controladas por el cacique para redistribución que iba al ejército inca, a las aclla huasi, donde estaban mujeres en especie de conventos, a los trojes, entre otros.

“Tengo una chacra llamada Pachapo…(otra) llamada Chachiguan… otra chacara llamada Tayoa… otra chacara llamada Jucandin que dejó mis abuelos… otra chacara llamada Macastgog que me dejó mi madre y más otra chácara llamada Chizalata… (otras) que aquí van nombradas Guecoa = Punchoboso. Tibo olabana y Llolegüe, salalegüe, Puñalán Totora, Tilanlegüe, Tonlegüe,.. tengo unos pedacillo de tierras llamadasChumalica… tengo un pedazo de tierras llamadas Guache y que me dejó mis padres… una estancia llamada Apagua que me dejó mi madre… una estancia llamada Misalegüe que me dejó mi padre… una estancia llamada Cachilbana que me dejó mi padre” Archivo Nacional en Quito, fondo indígenas).

Como se puede ver, doña Lucía Sinsinchimbo, que a mi entender el escribano ha juntado dos apellidos Sinsín-chimbo, no es una mujer cualquiera. Nótese que apartándonos de las extensiones que el notario no pone, tuvo tierras en una geografía dispersa. Era una mujer dinástica con un poder descentralizado. Este curioso testamento está firmado por un indígena alfabetizado de Quisapincha: “A ruego y por testigo de la otorgante, (firma) Pablo Tininpagua, Maestro de Capilla”, quien habrá redactado el testamento porque no hay datos de escribano que lo haga. (O)

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