Rescatar las fiestas cívicas / Dr. Washington W. Montaño Correa. MSc.

Columnistas, Opinión

Hace una década que el espíritu cívico, real, verdadero, práctico que se vivía en las escuelas con las celebraciones importantes de la Patria, en donde por lo menos se decía qué se celebraba. En la actualidad pasan desapercibidas, como este veinte y siete de febrero, en que se conmemora el Día del Civismo, de la Batalla de Tarqui y el Día del Ejército Nacional. Antes, a los estudiantes, se les inculcaba el amor a la Patria y el patriotismo como la doctrina del sentimiento nacional y la identificación con el ser ecuatoriano; ahora ya no hay la praxis que educa, enseña, instruye, informe, o socialice entre los estudiantes lo relevante de la celebración. La fecha en sí no significa nada, por lo que el acto histórico ha perdido su relevancia cívica.

Dentro del calendario cívico escolar, se determinan las fechas más importantes de la vida escolar y social; muchas de ellas envuelven significados que requiere ser procesados con actividades formativas o educativas para impulsar el verdadero sentir de la celebración. Cuando se procesa el significado del hecho cívico se conocen las causas de la celebración y la necesidad de recordarla con gratitud por los beneficios alcanzados y que quede latente en la mente de los estudiantes el motivo cívico, social y educativo de conmemorarla.

En la sociedad ecuatoriana no existe la fortaleza del civismo como pilar para las buenas costumbres o formación moral. En escuelas y colegio ya no priman las celebraciones patrias para realizar actos solemnes en donde se luzca la banda de gala, las bastoneras y los estudiantes en desfiles institucionales. Por lo menos en esas ocasiones se enseñaba las canciones patrias, a marchar con gallardía y amor al uniforme. Si se despoja a la sociedad de sus celebraciones cívicas, estamos creando falsos patriotismos con identidades superfluas, débiles que se pierden al menor contacto con otros; tal como sucede con los migrantes que al cabo de cierto tiempo de su autodesarraigo; no son, ni de aquí, ni de allá.

Más adentro de la escuela hay un mundo social que vive con la intensidad que provoca la fe de creer en su historia; con el apego tierno y sublime a su tierra de vida; o con el esfuerzo y sacrificio que denota el trabajo paternal, inculcado para sentirse útil a su familia y a su Patria; y, el claro orgullo de considerar al ejemplo de sus antepasados como la luz que orienta sus pasos por senderos cada vez más difíciles y que solo un sentimiento superior y la creencia plena que la Patria nace y muere con él, permitirá que subsiste en sus generaciones. (O)

 

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