Los desplantes de Assange / Editorial

Editorial, Opinión

 

 

  Consideran muchos analistas que la situación del hacker australiano, a más de ser incómoda, es ilegal, ya que el asilo debe ser concedido a perseguidos políticos, y el caso de extranjero no lo es. El fue conminado a responder por una violación  cometida en Suecia. Fugó a Londres y cuando pesaba un arresto en esta ciudad, se refugió en la Embajada ecuatoriana del Reino Unido, con honores del gobierno anterior.

  Durante estos seis años  han acontecido tantos hechos anómalos por los prejuicios socialistas del correísmo. Entre ellos, el otorgamiento gracioso de la nacionalidad ecuatoriana para el hacker, sin  cumplir la Ley y la Constitución; además, el nombramiento diplomático ante los gobiernos inglés y ruso. La canciller de entonces no tuvo en menor rubor, acaso no debe responder política y penalmente.

  Assange, por su parte, ha incurrido en una serie de faltas como el maltrato al personal de la Embajada, la destrucción de sus instalaciones, el haber comprometido en serios problemas diplomáticos a nuestro Gobierno, cuando espió   las elecciones norteamericanas o cuando enfrentó desde la Embajada al gobierno español con los catalanes.

  Por último, en una demostración de ingratitud y prepotencia demanda a Ecuador porque no le gusta la reglamentación para su permanencia en la Embajada.   Si está incómodo y si hace tiempo renunció al asilo, por qué no se marcha; qué espera este indeseable huésped, que nuestro gobierno le siga protegiendo a pesar de sus desplantes. (O)

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