Escritura y Lectura / Dr. Washington Montaño Correa

Columnistas, Opinión

De la escritura se decía que era el arte de modelar las letras y que, al crear un tipo de escritura propio, en ella se reflejaba ciertos rasgos de la personalidad como el carácter. Solo intentar modelar, en la actualidad la letra de los estudiantes es motivo de queja; decir que la letra está patoja y que debe poner empeño para que mejore el tipo de letra, es un fastidio para los padres y un problema más para los docentes.

Tener bonita letra ahora no es llamativo, no es cool, nice, wow o qué bestia. Los padres no lo valoran, por lo tanto, no hay interés personal, familiar, ni educativo; el estudiante escribe conforme las nuevas tendencias egocéntricas del aprendizaje, si no lo quiere hacer, no hay que obligarle, hay que dejar que desarrolle conforme a su bioritmo y muchos recurren a justificar, al decir: pero si los médicos, no ve la letra que tienen, con lo cual terminan por apoyar una teoría absurda.

La formación en la disciplina para templar el carácter, hizo que nuestros antiguos sean ejemplo de virtudes y si observamos sus manuscritos, vaya que impacta el tipo de letra con que escribían. Y si se habla de sus personalidades, esta es paralela al carácter que demostraban en sus actividades cuotidianas; es que hacer algo que los identifique es bueno, pero hacerlo muy bien, los caracterizaba.
Leer es algo cansado, aburrido, penoso y se considera como castigo dentro de los escolares. No se los culpa, porque es ausencia de cultura; no hay destreza al leer porque algunos indicadores de la buena lectura, nunca se ensayaron, ni repasaron peor se inculcaron dentro de la Lengua y Literatura; se pasa la lectura como obligación y no como una necesidad, es por eso que carteles se ponen y nadie entiende; anuncios pésimamente escritos provocan una lectura fonética sin sentido y a la par unos entienden y otros lo interpretan como mejor pueden.

Ahora que se dan cuenta de lo avanzado del problema, inventan la fiesta de la lectura y todo es fiesta, cada cual lee las instrucciones como mejor pueden y lo interpretan como a bien quieren. La lectura se vuelve teatro, dramatización, representación folclórica, acrobacias y piruetas para demostrar que se lee, se ha leído y con pena hay que decir, no se volverá a leer.

Que hay que implementar la media hora de lectura y nadie dice cómo se debe cuadrar en el horario y que tipos de lecturas les corresponde a los diferentes niveles; no hay sugerencias didácticas, capacitación, líneas o tipo de condiciones lectoras; dosificación del tiempo y uso de estrategias para leer; simplemente, lean.

Escribir y leer son dos de las cuatro artes del lenguaje y se correlacionan, complementan, imbrican para formar un código lector y generar ideas para escribir; y para ello hay que motivar metodológicamente a los estudiantes y demostrar con didáctica cómo se debe hacer; pero simplemente es leer y para escribir, faltan las ideas y sobra el rechazo.

“Ante ciertos libros, uno se pregunta: ¿quién los leerá? Y ante ciertas personas uno se pregunta: ¿qué leerán? Y al fin, libros y personas se encuentran». André Gide. (O)

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