Alcahuete / Hernán Marcelo Guerrero

Columnistas, Opinión

 

El lenguaje español, es fruto de la influencia de muchas culturas, que con su sabiduría popular han generado un idioma cada vez más completo. Desde la influencia del árabe musulmán, cuando la península ibérica era conocida como al-Ándalus, hasta la fusión del español con varios dialectos propios de nuestras culturas y pueblos originarios de América, el español adaptó su contenido permanentemente. Así, cuando hablamos del “Alcahuete”, en nuestras tertulias, nos daremos cuenta que su origen parte del árabe, Al-qawwád, o mensajero, era un intermediario, que se ganaba la simpatía de un marido, para acceder a su esposa en nombre de otro individuo.

La alcahuetería cobraría mala fama por desempeñar un papel considerando como opuesto a la hombría, por ser oculto. Esta palabra, con el pasar del tiempo adoptaría nuevas connotaciones, atribuyéndose inclusive algunas características como, la picardía por ser un individuo que posee buena conversa y sobre todo su habilidad que le permite introducirse en la sociedad, para ser intermediario entre su amo y las doncellas, casadas o viudas. Desde el Quijote hasta los discursos moralistas, el alcahuete ha plasmado una figura que encarna al encubridor.

La figura del alcahuete presente en las discusiones políticas, adquirió relevancia, pues ya no únicamente se trata de una persona que encubre o facilita una relación de amor. Este individuo, en la faceta política, actúa para encubrir, maquillar y ocultar hechos corruptos. Resulta que esta actividad afecta inclusive a nuestra propia sociedad, pues ésta se ha transformado en una sociedad alcahueta; suena duro, pero las verdades son así. La verdadera naturaleza de la sociedad debe alejarse de la alcahuetería y recuperar el carácter contestatario, que por naturaleza le corresponde.

El silencio y el “dejar hacer y dejar pasar”, nos hacen parte del problema. El panorama político ecuatoriano requiere con urgencia un baño de verdad, dejar a un lado las alcahueterías y denunciar los actos lesivos que juegan con nuestro futuro. Después de la Consulta Popular, el presidente y la Asamblea Nacional, tienen una serie de retos en lo social y económico. El déficit presupuestario y la gigantesca deuda externa e interna son temas a solucionar, y en lo que se refiere a la fiscalización hasta cuando debemos esperar por ese ejemplo de verdadera convicción y de una verdadera voluntad política, que nos guíe al conocimiento de la verdad, y que en alguna medida se relacionan a situaciones vinculadas a la corrupción detestable. Al Presidente le hemos dado unas herramientas para que gobierne con decisión y transparencia. De lo contrario seremos más o mejores alcahuetes. (O)

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