¿Una idea descabellada?

Columnistas, Opinión

¡No… para nada!  Si los nexos y el contubernio que aún cobija al “Reo de la Roca” derivan hacia el “Imperio de la Ley y el Orden”, lo más probable sería que lo extraditen para que allá –en el confín del mundo– finalmente lave todas sus culpas y le hagan devolver “algo” de lo mal habido con que ha llenado sus bolsillos (según se comenta).

Porque lamentablemente en nuestra ínsula, los requerimientos judiciales de pago y los dictámenes de cumplimiento de sanciones y devolución de dineros -non santos-, no superan el estado de la imaginación idealizada. Tanto así que, no hace mucho el PPL de marras accedió a una inusitada libertad judicial, en pleno cumplimiento de sanción impuesta y sin que haya pagado el recurso monetario dispuesto conjuntamente en aquel mandato jurisdiccional. Más tarde sería recapturado en el preciso instante en que se aprestaba a abandonar el país, con una complicidad diplomática afín.

Pero, a lo que interesa… Está corriendo entre redes una propuesta sugerente que, a cierto grupo, le puede parecer inapropiada, pero en realidad de verdad no tiene nada de extraordinario ni mucho menos. Se trata más bien de un pensamiento en voz alta. ¡Un simple y directo meme que enfila una petición periodística al primer mandatario y concluye augurando un reconocimiento histórico, si ese requerimiento externo que insinúa se logra!

La sugerencia va en la línea inicialmente comentada, porque está claro que -el rato menos pensado- el delincuente apurará otro intento de escape y ni se diga, si continúa aupado por la presión externa de gobiernos que le son afines al despropósito; pues en su retorcida visión, la libertad inducida por huida es el triunfo del derecho sobre el revés.

Ahora que ya hemos experimentado en carne propia, la virtud de la extradición, y contamos con un “adelantado” que está incursionando apropiadamente en el andamiaje jurídico internacional, bien podemos darnos el lujo de encaminar a un segundo enviado, seguramente con mayor experiencia y roce, para verificar los impactos legales y abrigar la esperanza de recuperar -de su benevolencia- “alguna cosita”.

¡Todo… para que la ilusión no se pierda!

De esta forma, el antes y el después al que se alude en el argot jurisdiccional, tendría una secuencia o verificación y la historia patria habría dado el gran salto, merced a la decisión adoptada por la mayoría de la población al momento de pronunciase en favor de la extradición.

No faltarán los embates que pretendan lapidar la propuesta y al proponente. Así mismo son las cosas en este planeta de la improvisación y el desatino. Pero aquella, no dejará de ser estimable y, como digo, si los méritos y las inculpaciones le alcanzan, posible.

De vez en cuando viene bien… ilusionarse. (O)

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