The Economist
La prestigiosa revista británica The Econimist nos sorprendió a los ecuatorianos a inicio de esta
semana con un reportaje en el califica al Ecuador como un nuevo narcoestado.
El impacto de este reportaje y sus conclusiones pueden ser muy graves para la imagen de
nuestro país, y podemos hacer dos cosas: la primera lamentarnos, negar los datos del
reportaje y echar la culpa a gobiernos anteriores o la otra opción: tomar los correctivos para
no llegar a esta lacerante posibilidad.
Un narcoestado es una forma de gobierno en la que interactúan las autoridades y el crimen
organizado como pares, permitiendo actividades ílicitas al amparo de la ley, fomentado la
corrupción. La impunidad y el miedo.
Consideramos que el Ecuador tiene gobernantes que no se prestaran para este despropósito,
vemos que se están tomando correctivos, la propuesta de reforma constitucional para
permitir el retorno de bases militares extrajeras es un paso adelante en la lucha contra el
narcotráfico, también los casos Purga, Metástasis y los expedientes abiertos contra jueces,
fiscales, militares y policías nos dan la esperanza para salir de las redes del crimen organizado.
Estamos a las puertas de un nuevo proceso electoral y debemos exigir a los postulantes a
gobernar este país su posición frente al crimen organizado, si va a ser como en el México
actual: abrazos y no balazos, o, por el contrario, si se lo va a enfrentar con todas la
herramientas constitucionales y legales.