Simulacros que salvan vidas

Las empresas e instituciones tienen la responsabilidad de elaborar planes de contingencia para una adecuada gestión de riesgos. La Cruz Roja brinda apoyo y asesoramiento a las instituciones que lo requieran, fortaleciendo la seguridad y preparación de toda la comunidad. Juan Francisco Yancha, coordinador provincial de gestión de riesgos de la Cruz Roja de Tungurahua, señala que las instituciones públicas y privadas deben contemplar estos planes para estar preparadas para cualquier situación emergente, apoyándose en simulacros que deben realizarse, por lo menos, una vez al año.
El proceso de asesoría para la elaboración de un plan de contingencia comienza con la solicitud oficial de una entidad pública o privada a la presidencia de la Cruz Roja. Una vez autorizado el trabajo, el equipo de gestión de riesgos se pone a disposición para guiar a la institución en cada etapa, desde la planificación hasta la ejecución del simulacro. El proceso completo de elaboración de un plan de contingencia, con un análisis y preparación exhaustivos, puede tomar alrededor de 30 días, según el experto.
El primer paso es realizar un análisis de riesgos, que evalúa tanto el entorno interno como el externo de la institución. Esto implica identificar las amenazas y vulnerabilidades potenciales, así como los recursos emergentes y el talento humano disponible.
El objetivo es determinar las capacidades de la institución para responder a una emergencia y corregir deficiencias. Por ejemplo, en el edificio de la Cruz Roja, se identificó la falta de ascensores y la antigüedad del edificio como una amenaza, lo que llevó a la instalación de franjas antideslizantes en las gradas y señalética para mayor seguridad.
Luego del análisis, las brigadas de emergencia de la institución son capacitadas en temas clave como primeros auxilios, contraincendios y medidas de protección y evacuación. Este componente es fundamental para que el personal esté preparado para actuar de manera organizada. Yancha destaca la importancia de esta formación para que los empleados se conviertan en agentes de cambio y seguridad dentro de la organización.
Una vez que el plan de contingencia está elaborado y el personal capacitado, el proyecto culmina con un simulacro. Esta actividad es la prueba de fuego que evalúa la efectividad de todo el proceso. Durante el simulacro, se ejecutan las acciones planificadas para evacuar, prestar auxilio y controlar una emergencia, generalmente simulando amenazas como sismos o incendios. La práctica regular de estos ejercicios asegura que las instituciones mantengan una alta capacidad de respuesta.
Juan Francisco Yancha resalta que el simulacro no solo es un requisito legal, sino una herramienta vital para la prevención y la seguridad. Pone a prueba la coordinación de las brigadas y la respuesta de toda la comunidad institucional, permitiendo identificar puntos de mejora en el plan.
El proceso de un plan de contingencia culmina en una cultura de prevención y respuesta organizada. La Cruz Roja, con su experiencia, ayuda a las instituciones a enfrentar los desafíos que puedan surgir, asegurando la seguridad de todos. (I)