Rejillas de alcantarilla: seguridad, salud y bienestar

La reposición de rejillas de alcantarilla no es únicamente un trabajo técnico de mantenimiento urbano, sino una medida de prevención que resguarda vidas y evita desastres. Su importancia radica en que estas estructuras forman parte del sistema de drenaje, pero también cumplen un rol social al garantizar seguridad, higiene y una mejor convivencia en la ciudad.
Uno de los principales beneficios de reponer rejillas es la prevención de accidentes. Las alcantarillas abiertas representan un peligro latente para peatones, ciclistas y conductores. Personas, especialmente niños o adultos mayores, corren el riesgo de caer y sufrir lesiones graves, mientras que motociclistas y ciclistas pueden perder el control si sus llantas se atoran en una alcantarilla sin cubierta.
Otro aspecto es la prevención de inundaciones. Durante las lluvias, las rejillas filtran hojas, plásticos y basura, evitando que estos materiales obstruyan el sistema de alcantarillado. Una alcantarilla abierta o sin rejilla se convierte en un punto de acumulación de residuos, reduciendo la capacidad de desagüe y provocando anegamientos que afectan viviendas, comercios y vías públicas.
El factor de la salud pública también se ve directamente vinculado. Cuando el agua no circula adecuadamente, se estanca y genera focos de infección: proliferan mosquitos, ratas y bacterias que traen consigo enfermedades. Asimismo, los malos olores afectan la calidad de vida en los barrios.
A ello se suma la lucha contra robos y vandalismo. Muchas veces, las rejillas metálicas son sustraídas para la venta ilegal, dejando huecos peligrosos. Sin embargo, hoy existen alternativas seguras como rejillas de plástico reciclado reforzado, hormigón o modelos con sistemas antirrobo, que reducen este problema y promueven el cuidado del espacio público.
Finalmente, la reposición de rejillas contribuye a la imagen urbana. Una ciudad con infraestructura completa transmite orden, seguridad y bienestar, fortaleciendo la confianza ciudadana en sus autoridades.
Según la Emapa, proteger cada alcantarilla es proteger a la comunidad. Es una responsabilidad compartida entre municipios y ciudadanía, pues mantener estas estructuras en buen estado es sinónimo de prevenir riesgos y asegurar una mejor calidad de vida para todos. (I)