Protesta indígena / Editorial
La marcha por la ciudad de Ambato de las comunidades indígenas fue pacífica, sin desbordamientos ni exigencias más allá de lo que se puede exigir en una democracia. A diferencia de los que está ocurriendo en el norte y en la amazonía, los indígenas mostraron su respeto a la ciudad y al derecho de trabajar de los ambateños.
En Otavalo la situación es tan dramática que algunos tungurahuenses, que realizan actividades económicas por allá en forma ocasional, se han visto obligados a quedarse en hoteles o en casas de conocidos, al no poder movilizarse con destino al sur, con sus mercancías e instrumentos. Las vías están completamente cerradas, con árboles cortados y piedras. La ciudad está permanentemente vigilada por piquetes de guardianes indígenas que obligan a cerrar los comercios.
Es un hecho positivo que en nuestra provincia y, en especial, en Ambato, la dirigencia indígena local haya ejercido su derecho a la protesta en forma pacífica, sin impedir el ejercicio de otros derechos aún más importantes que ese, como los derechos a movilizarse, a trabajar y a vivir en paz. (O)