Primero que funcione, luego hagámoslo estético

Es aplicable en todo tipo de emprendimiento, primero debemos propiciar su presencia, hacer que exista, luego puede venir la estética, es decir la belleza, lo artístico, lo bello y hermoso, para captar la atención.
Recuerdo que en la universidad, tenía bajo mi responsabilidad la cátedra “Laboratorio de Empresas” cuyo objetivo era producir productos diferentes, aquellos que no existen en el mercado; los chicos, animados por la formación de empresas, crearon productos como el “queso de espinaca” y el “queso de zanahoria”, lo cual fue llamativo con todos los alumnos del paralelo.
Inicialmente era tal como lo decía su nombre, queso de zanahoria, pero luego de cuajar la idea, llegó la presentación, y le dieron forma de la hortaliza, con unas ramas verdes en la parte alta, un pigmento del color naranja y el borde de madera, para simular un establo.
La presentación fue exitosa, la satisfacción de los alumnos exhortó a los demás compañeros en crear algo diferente, creativo, innovador, cumpliéndose el cometido del laboratorio.
Hoy vemos que un negocio para subsistir y permanecer en el mercado, debe marcar la diferencia, ser innovador, creativo y, si ya existe debe modificar su presentación para que sea acogido por los clientes.
Algo parecido debe suceder con nuestros productos, por decir algo en un restaurante (cuanto influye la presentación del plato), el color del lugar, las luces, las vallas publicitarias, su presentación en redes sociales, la guía de las modelos que exhortan su consumo.
Con esta apología, se garantiza su permanencia durante un par de semanas, talvez unos meses, pero para hacerlo duradero, la innovación debe ser permanente en unidad de tiempo. Usted estimado lector puede ver en los escaparates de los supermercados, como ha cambiado la presentación de los productos, muchos de los cuales ya existían, pero su estética marca la aceptación.
Camine por Ambato, recorra los cantones de Tungurahua y observe la variación de las vallas publicitarias, la presentación del salón de exhibición, la forma de los productos, incluso la atención personalizada y la preparación de los vendedores (que se han convertido en asesores) para satisfacer la expectativa del cliente. (O)
