PÁJARO EN EL ESPACIO

Constantin Brancusi (1876-1957) es considerado uno de los grandes escultores del siglo
XX al ser pionero de un nuevo tipo de representación tridimensional y quien sentó las
bases del arte moderno. Su estilo fue considerado algo completamente nuevo en el
mundo artístico de aquel entonces. Produjo muchas obras, algunas valoradas en varios
millones de dólares.
Entre 1920 y 1940 Brancusi esculpió una serie de figuras (más de 16 versiones) tituladas
“Pájaro en el espacio”, más, hubo una, la primera, abstracta, de un pájaro en bronce de
137 cms. de alto que enloqueció a la justicia y cambió para siempre la forma de ver el
arte.
Pájaro en el espacio era… ¿cómo decirlo?, una pieza fálica de bronce completamente lisa,
larga y delgada, ligeramente cóncava, pero al mismo tiempo ancha en el centro, con el
extremo superior terminado en una fina punta, sin plumas ni alas (de ahí que pudiera ser
cualquier cosa menos un pájaro), aunque vista desde una determinada perspectiva
pareciera poseer el porte y la gracia de una gran pluma parada en vertical.
El caso es que, en 1926, Brancusi envió esta pieza de París a Nueva York para una
exposición. La ley permitía que las obras de arte, incluidas esculturas, ingresaran a EEUU
libres de impuestos, pero, con el Pájaro en el espacio, los funcionarios aduaneros se
negaron a dejarla ingresar como arte, no vieron en ella nada parecido a un pájaro,
clasificándola como un objeto utilitario y gravándolo con un impuesto del 40%.
Brancusi, desconcertado y exasperado, presentó una demanda contra EEUU. En el juicio,
le preguntaron ¿qué aspecto del objeto le hacía creer que se trataba de un pájaro?
Respondió: “Sugiere vuelo, sugiere gracia, aspiración, vigor, junto con velocidad, espíritu
de fuerza, potencia, belleza, tal como lo hace un pájaro.” Finalmente, el tribunal se
convenció de que su definición de arte estaba obsoleta y aceptó que, con el Pájaro en el
espacio, había nacido una nueva forma de arte abstracto en la escultura.
Guardando las distancias, la actual crisis desatada con la Corte Constitucional (CC) es
igual: para unos la suspensión de las leyes de Inteligencia, Solidaridad e Integridad
Pública fue un atentado a la seguridad ciudadana, mientras que para otros, es lo que se
debió hacer en estricto derecho. Y sí, tal como en el litigio del pájaro, los dos sectores
tienen razón.
Posiblemente la lección más importante de esta anécdota es que con un diálogo
inteligente las cosas más abstractas, irracionales e imposibles pueden recobrar sentido y
resolverse. Con la ley en disputa debería ser igual, los dos bandos (Asamblea Nacional y
CC) deben conversar civilizadamente para juntos encontrar la forma en que este embrollo,
al que tampoco se le encuentra el pájaro por ningún lado, se apruebe, guardando todos
los derechos para la seguridad ciudadana y con las garantías constitucionales de rigor.