“LUCAS”

Columnistas, Opinión

La desaparición y posterior rescate de Lucas Campaña en el cerro Puñay no solo conmovió al país tambien abrió una ventana para reflexionar sobre la sorprendente capacidad humana de “resistir, enfrentar, afrontar y sobrevivir” en un terreno hostil y en la vida en general. Tres días y dos noches en una montaña fría, irregular y extensa son un desafío extremo incluso para un adulto entrenado; en aislamiento absoluto en un estado de hipervigilancia constante, donde el cerebro alterna entre el miedo intenso y momentos de desconexión emocional.

La psicología sugiere que el ser humano, ante situaciones límite, pueden activar mecanismos naturales de supervivencia basados en la simplicidad, moverse, buscar calor, orientarse por sonidos, evitar riesgos visibles. Lucas encarna una forma primaria, pero poderosa, de resiliencia y sobrevivencia. Sin embargo, su resistencia no fue solo física también fue emocional; es el resultado de una red invisible de afectos, impulsos biológicos y sobre todo la certeza psicológica de pertenecer a alguien

El cerebro no opera solo desde el instinto; opera desde el sentido, la certeza profunda de que era buscado, querido y esperado, pudo funcionar como una fuerza silenciosa.

Sobrevivimos no solo porque podemos, sino porque importamos. Porque en algún lugar del mundo, alguien nos espera. Porque ser amado o la esperanza de serlo puede salvarnos incluso en los escenarios más extremos. Incluso realizamos algo que nunca pensamos que podríamos hacerlo, es sin duda la capacidad del ser humano en resistir y enfrentar la vida.

En los escenarios más extremos, cuando el miedo y la soledad amenazan con doblegarnos, descubrimos que somos capaces de hacer lo que nunca imaginamos. Que la vida, en su forma más pura, se defiende desde el amor. 

Y que mientras exista alguien por quien regresar, siempre habrá una razón para resistir. (O)

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