Limites finitos

Columnistas, Opinión

Varios medios de comunicación han presentado diversos puntos de vista sobre el problema del hambre mundial, tema tratado por expertos en la materia. Según algunos economistas; la alimentación es el problema mayor del mundo que debería preocupar a todos, particularmente a quienes manipulan el poder y la economía. Según otros peritos, el problema es solucionable.

Cada año se produce alimentos suficientes para 10 mil millones de personas. La población mundial es de 7 mil millones. Sin embargo, cada noche van a dormir con hambre mil millones a su casa, si es que tienen casa. Los que no la tienen, pernoctan en parques, bajo los puentes, o en rincones lacerantes. Para el poder económico mundial, los hambrientos tienen algún significado, muertos.

La demanda de alimentos no es asunto exclusivo de los hambrientos, también existe especulación. El 70 por ciento de la producción de granos tiene que ver con negocios especulativos. Sorprende conocer que existen los denominados contratos «futuros,» mediante los cuales se vende alimentos que aún no son sembrados.

Gran parte de los alimentos no están dirigidos a los seres humanos, están destinados a la producción de biocombustibles para automóviles. Por lo que no se necesita más tierra para producir alimentos para los seres humanos; pero si más tierra para los biocombustibles. Bien se podría afirmar que se está cimentando la civilización del automóvil.

Otra gran incomprensión representa el desperdicio de alimentos a nivel mundial. Según la FAO, el órgano especializado en asuntos alimenticios de Naciones Unidas, los países ricos del norte global desperdician 1300 millones de toneladas de alimentos cada año; y 630 millones de toneladas los del sur global, «los países pobres.»

Aunque el crecimiento económico es el problema de fondo de la economía mundial, el crecimiento económico permanente es imposible porque el mundo es un ente de límites finitos. «Es propio de locos creer que es factible un crecimiento económico permanente. Los límites biofísicos de la tierra son limitados y son conocidos, excepto para enloquecidos por la riqueza, o por uno que otro economista, también loco.»

El día que el abuso ilimitado produzca el colapso de los filones estructurales del planeta, todos marcharemos, elegidos y malditos… solo quedará vivo el automóvil. (O)

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