Legado de Fernando Naranjo 

Columnistas, Opinión

Hoy despedimos a un hombre que no solo recorrió los caminos de Tungurahua, sino que los dignificó con su paso. Fernando Naranjo fue de esos líderes que dejan huellas profundas, no por sus discursos o apariencias, sino por la transparencia, la coherencia y la ética que rigieron cada una de sus decisiones públicas.

Agradecemos, con el corazón lleno de emoción y respeto, el invaluable regalo de su sabiduría. Fernando compartió generosamente su experiencia en la Escuela de Líderes I y II Edición de la Fundación Derechos y Conservación, sembrando en nuevas generaciones la semilla de un liderazgo ético y transformador. Su ejemplo no fue una simple lección; fue un llamado a la acción, una chispa que hoy sigue encendida en quienes tendrán la tarea de continuar construyendo nuestra provincia.

Fue un hombre que transformó Tungurahua, dedicando su vida a trabajar en el territorio con una pasión inigualable. Su mayor legado fue el trabajo conjunto entre el sector urbano y el rural, una visión integradora que llevó a la provincia a contar con la mejor red vial del país.

Fernando Naranjo transformó esta provincia desde la claridad moral, el trabajo silencioso y una convicción inquebrantable de servicio. Hoy su partida deja un vacío inmenso, pero también nos recuerda que la grandeza no se hereda: se construye con integridad.

Que su memoria permanezca como un faro.

Que su legado siga marcando el camino.

Descanse en paz, señor Prefecto. 

Gracias por todo lo que sembró en Tungurahua. 

Con el más profundo agradecimiento,

Andrea Isabel Durán Goyes. (O)

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