Las redes sociales y los adolescentes

Durante la adolescencia se presentan cambios físicos, hormonales, psicológicos, emocionales. Un adolescente es una persona vulnerable en todos los sentidos. Si, en todos los sentidos, porque si tomamos de referencia la definición de adolescencia que determina la Organización Mundial de la Salud (OMS), entendemos que “es el período de crecimiento después de la niñez y antes de la edad adulta, entre los 10 y 19 años, independientemente de la dificultad para establecer un rango exacto de edad, es importante el valor adaptativo, funcional y decisivo que tiene esta etapa”.
Usualmente los adolescentes pueden experimentar una sensación de sentirse niños y adultos a la vez, sabiendo o reconociendo que no es ni una ni la otra cosa, ya que su etapa humana atraviesa por una transición permanente.
Ahora, a parte de esa confusión vivida por ellos casi a diario, en la “era de la tecnología”, en este siglo XXI, esas confusiones se pueden ver exacerbadas por “la moda” y “las tendencias” que imponen las redes sociales, que mal manejadas, pueden ser causantes de serios conflictos emocionales y psicológicos en nuestros adolescentes.
En el tiktok los movimientos repetitivos pueden causar serios problemas, como cambios en el cerebro que afectan fácilmente la atención, motivando la impulsividad, prefiriendo la inmediatez y generando problemas en la salud mental de quienes lo consumen a cada instante. La visión general creada por Inteligencia Artificial (IA), puede presentar contenido altamente personalizado y graficante, crea un ciclo adictivo para la mente, restando negativamente la concentración y la capacidad de atención sostenida, que es necesaria para el estudio o el trabajo eficiente.
El uso permanente de redes sociales libera dopamina, un neurotransmisor asociado al placer, lo que puede generar una sensación de recompensa y llevar al uso compulsivo y altamente adictivo de estos mecanismos de la tecnología.
Las redes sociales en general, además de todo esto muestran usualmente estereotipos muy claros de mujeres u hombres “perfectos”, sin problemas, que tienen una vida también “perfecta” y que inciden en la debilidad de creer que tu propia vida comparada con esas vidas perfectas o personas perfectas puede ser un desastre.
¿Si eso pasa en los adolescentes, qué sucede entonces?
El National Institute for Health en un estudio sobre “Epidemiología del suicidio en adolescentes y jóvenes en Ecuador” muestra que durante el 2001 y 2014 se registraron 4.855 suicidios de personas entre los 15 a 24 años de edad. El índice más alto se estimó en los varones residentes de la Amazonía, seguidos por la Sierra.
Según la OMS, las muertes por propia voluntad representan la segunda, si la segunda causa de fallecimientos entre adolescentes y jóvenes de entre 15 hasta 29 años, después de los accidentes de tránsito.
¿Qué hacer ante esta triste realidad? Fortalecer los procesos de salud mental en las escuelas y colegios; utilizar las valiosísimas herramientas que aborda la diversidad de expresiones artísticas y culturales para que los adolescentes y jóvenes aprendan a invertir en su tiempo de forma útil y constructiva; ayudarles a comprender que siempre hay una luz al final del túnel y que cualquier problema siempre tiene una solución; motivarles para que se sientan seguros de lo valiosos e importantes que son; sembrar en ellos valores lo suficientemente fuertes para que se vuelvan invencibles ante tanta locura que trae consigo el mundo de la era digital. (O)