Las fechorías de Joan Sánchez en Jambato. 1684

Editoriales

Pedro Reino
Uno de los documentos más insólitos con el que me he encontrado en mis investigaciones tiene que ver con este que lo he puesto bajo el título de “fechorías”, que de todos modos quiere decir que se “facían” cosas, como se decía en castellano colonial al verbo que ahora escribimos como ‘hacer’. Este personaje bien puede ser el primer idiota declarado que vivió entre nosotros. Quien sabe mejor haya que tenerlo como cretino que en vez de ‘acogerse al silencio’ ante requerimientos de la justicia, prefirió responder a todo con una frase sintagmática paranoica. A todo lo que le preguntaban sus indagadores, respondía “me llamo iglesia”.
De seguro que Umberto Eco dio con uno de estos similares textos cuando indagaba sobre los templarios. Por eso él escribió: “En el mundo están los cretinos, los imbéciles, los estúpidos y los locos. –¿Falta algo? –Sí. Nosotros dos, por ejemplo. O, al menos, no es por ofender, yo. En suma todo el mundo, si se mira bien, participa de alguna de esas categorías. Cada uno de nosotros de vez en cuando es un cretino, un imbécil, un estúpido o un loco. Digamos que la persona normal es la que combina razonablemente todos esos componentes o tipos ideales.”
Según el documento que lo he ubicado en el Archivo Nacional en Quito: “En el asiento de Jambato en 8 de días del mes de agosto de 1684 años, el capitán Lucas López Naranjo alcalde provincial de la santa hermandad y por la comisión y facultad que tengo de el juez ordinario de este dicho asiento, estando en la cárcel pública hice parecer ante mí a un hombre preso en ella sobre haber cortado la cara a Baltasar de Bonilla, del cual recibí el juramento por Dios Nuestro y una señal de cruz en forma de derecho, y sin decir palabra no hizo más que la señal de la cruz por su mano, sin responder otra cosa más de la iglesia, y decir me llamo iglesia…
Preguntado que por qué se escusa el decir su propio nombre = dijo que se llama iglesia y solo esto respondió. Preguntado que por qué causa se llama iglesia y cuánto tiempo que está en esta prisión y por qué delitos diga y declare la verdad = dijo que se llama iglesia sin otra ninguna más respuesta, y esto responde. Preguntado si conoce a Baltasar de Bonilla y que por qué causa el Viernes a las tres de la tarde poco más que se contaron 4 deste corriente cortó la cara alevosamente al dicho Baltasar de Bonilla en la tienda y puerta de pulpería donde asiste don Joan de Seballos, dijo que se llama iglesia y esto responde. Preguntado si en una ocasión un día estando parado en una de las tiendas del alférez Francisco Arias el capitán don Diego de la Torre Cantillana siendo Teniente General de Corregidor de este asiento que estaba administrando justicia le tiró una pedrada en la cabeza de que le derribó el sombrero por qué causa y ocasión lo hizo = dijo: señor, iglesia me llamo, y no dijo otra cosa y esto responde. Preguntado si en otra ocasión habrá cuatro años poco más o menos en este asiento dio al maestro Luis de Salinas presbítero, un puñete que le derribó al suelo, por qué causa a un señor sacerdote lo hizo así, que diga y declare la verdad = dijo iglesia me llamo y esto responde…”
Creo que hay que acudir nuevamente a Eco y tomar su argumento: “genio es el que pone en juego uno de esos componentes de manera vertiginosa, alimentándolo con los demás. Veamos. El cretino ni siquiera habla, babea, es espástico. Se aplasta el helado contra la frente, no puede ni coordinar los movimientos. Entra en la puerta giratoria por el lado opuesto. –¿Cómo es posible? –él lo consigue. Por eso es un cretino. No nos interesa, se le reconoce en seguida, y no aparece por las editoriales. Dejémosle donde está. –Dejémosle. –Ser imbécil ya es más complicado. Es un comportamiento social. El imbécil es el que habla siempre fuera del vaso”.