La policía como respuesta social

Vamos a partir de una premisa muy general para entender las cosas. Si queremos saber qué es la policía, hay que preguntarse primero cómo es la sociedad que la necesita y la sostiene. ¿Nos toca recoger el hilo para volver al ovillo? Aquí es necesaria la historia, porque las sociedades y sus intereses no son estáticos. La policía es una respuesta social.
Demos un salto a otro enfoque: ¿por qué surgió la guardia civil en España? Libros de historia dicen que “para proteger de los abusos de la nobleza” (Lorenzo da Silva, ganador del premio Planeta, en ABC historia, La Guardia Civil, página virtual). Esto quiere decir que una de las misiones que debe tener clara la policía, es la de ubicare en el tiempo para enorgullecerse de su cometido. La policía debe ser la protectora que esté en contra de cualquier abuso.
En una revisión breve de la historia, hay que decir que fueron las órdenes militares el antecedente de quienes de forma armada ejercían un control social. La influencia de las órdenes militares, de neta inspiración cristiana medieval tuvo vigencia plena en nuestro entorno colonial. En Ambato se instalaron los Caballeros de la Orden de Santiago, mayoritariamente, y también los de la Orden de Calatrava, los de la Orden de Carlos Tercero, los del Santo Sepulcro y otros caballeros más.
La Orden de Caballería de Santiago, tenía su “maestre investido de grandes atribuciones”. Bajo la denominación de Maestres de Campo constan algunos nombres de importantes hacendados de la época colonial en nuestro medio. Según la constitución de esta Orden, debían existir trece Caballeros, los cuales representaban a Jesús y sus doce apóstoles, “a quienes tocaba la provisión del maestrazgo; con sus comendadores, para administrar las posesiones adquiridas por donación o conquista, y con sus freiles,…” ¿Saben por qué tenemos los pueblos de Santiago de Píllaro y Santiago de Quero?
Ahora veamos un dato desde la perspectiva administrativa: Cuando los conquistadores hispanos iban fundando ciudades en América, lo hacían organizando un cabildo que decían “representaba a la comunidad” con mentidas elecciones que no eran democráticas, ni representaba a todos, según prácticas tomadas de la Edad media. Los cabildos tenían que ver con dos funciones básicas: ejercer justicia y preocuparse por la buena marcha física de una ciudad: agua, higiene, plazas, cárceles y policía local.
Los cabildos tenían alcaldes elegibles el 1 de enero de cada año de entre vecinos y naturales de cada ciudad, es decir, de los que vivían ya algún tiempo en ella y de los que nacían en dichos poblados, o de sus descendientes, que eran los preferidos. Quien debía sustituirle en caso de ausencia o muerte era un Alférez Real, con voz y voto en el cabildo, y era quien llevaba la bandera en las ceremonias públicas; es decir, tenía el mando de las milicias o gente armada del cabildo. Importante saber que ese cargo era vendible, por lo cual un alcalde podía llegar al poder porque había “comprado” el puesto. El cuerpo del cabildo tenía un alguacil mayor para hacer cumplir los “acuerdos del cabildo” (cargo también vendible); el fiel ejecutor controlaba precios, pesos, medidas, aseo y ornato. El procurador era el representante legal que actuaba en las negociaciones de solares y bienes municipales. (O)