La IA en la educación de los niños y jóvenes

La revisión de la Inteligencia Artificial y su incidencia en la educación de los niños y jóvenes está presente, ahora a propósito del inicio del nuevo año lectivo. Carlos Valdez Aguirre, profesional con más de 22 años de experiencia en docencia, gestión académica y dirección de operaciones analiza el tema.
La Inteligencia Artificial (IA) es como herramienta poderosa que, bien usada, puede abrir ventanas y puertas al aprendizaje. Entre sus aspectos positivos está la personalización educativa: cada estudiante puede recibir contenidos adaptados a su ritmo, estilo y necesidades. También amplía el acceso a recursos que antes eran impensables: laboratorios virtuales, tutorías automáticas, ejercicios interactivos y traducción de materiales en tiempo real. Y, por supuesto, despierta la curiosidad, porque conecta la enseñanza con tecnologías que forman parte del mundo real de los alumnos.
Sin embargo, también hay desafíos. El mayor riesgo es que la IA sea usada sin sentido pedagógico, convirtiéndose en “muleta” que limita el pensamiento crítico y la creatividad si se abusa de ella. También debemos cuidar la brecha digital, para que no haya estudiantes que se queden atrás por falta de acceso o habilidades tecnológicas. Y está el tema de la privacidad y el uso ético de los datos, que requiere atención y regulación constante.
¿Cómo los docentes deben incorporar la IA en la educación?, es otra inquietud. Y, señala, el docente no debe ver la IA como competencia, sino como aliado creativo. Esto implica: Diseñar actividades donde la IA sea punto de partida, no el final del aprendizaje. Por ejemplo, pedir a los estudiantes que usen la herramienta para generar ideas, pero que luego las analicen, discutan y transformen.
Otra sugerencia, modelar pensamiento crítico; es decir, enseñar a preguntar bien, a contrastar información y a cuestionar lo que la IA responde. Además, integrar IA en proyectos transversales como investigación, creación artística, resolución de problemas y simulaciones. También, acompañar y guiar; pues, la IA es la calculadora del siglo XXI, pero el maestro sigue siendo quien enseña a pensar, sentir y decidir.
Carlos Valdez Aguirre, experto en programas de maestría, licenciatura y bachillerato, revisa aspectos a considerar para evitar resultados desfavorables y para que la IA no genere impactos negativos en la educación, por lo tanto es importante mantener el equilibrio: la tecnología no sustituye la interacción humana, la empatía ni la enseñanza de valores; asegurar la inclusión digital: todos los estudiantes deben tener acceso y capacitación para usarla; formar en ética digital: enseñar a usar la IA con responsabilidad, respeto por la autoría y cuidado de la información; y, desarrollar la autonomía intelectual: que los estudiantes sepan cuándo apoyarse en la IA y cuándo confiar en su propio criterio y creatividad.
En pocas palabras, la IA en educación no es un fin, sino una herramienta. La diferencia no la hará el algoritmo, sino la mirada humana, sensible e innovadora del docente que la integra con propósito. (I)