Formar lectores, formar mentes libres

Columnistas, Opinión

Pocas acciones definen nuestro futuro tanto como lo hace incentivar la lectura de no ficción en nuestros hijos. Leer historias reales, biografías, ensayos o investigaciones amplía su mundo interior, forjando un criterio más sólido, valores más firmes y una mirada más madura hacia la realidad social.

Como bien afirma Mario Alonso Puig, “los hijos no hacen lo que les decimos, sino lo que ven que hacemos”. Si queremos que nuestros hijos lean con intención, primero debemos convertirnos en modelos de lectura reflexiva. No se trata de imponer horarios ni forzarlos a memorizar datos, sino de enseñarles a desarrollar un pensamiento crítico y la capacidad de comprensión de su entorno.

La no ficción alimenta el asombro verdadero; ese que nace al descubrir cómo funciona el mundo, por qué ocurre la injusticia, cómo otros han superado adversidades o qué herramientas existen para transformarse. Leer con propósito permite que un niño construya una narrativa consciente de sí mismo y de su lugar en el mundo; de esta manera aprenda a tomar decisiones importantes en su presente y futuro bajo una valoración positiva de sí mismo.

Cuando niños y adolescentes crecen conectados con la realidad a través de la lectura, aprenden a auto valorarse. Empiezan a evaluar, a cuestionar, a empatizar con diferentes realidades y, sobre todo, a participar con responsabilidad en su comunidad.

Fomentar la lectura de no ficción es sembrar un semillero de ciudadanos informados y éticamente comprometidos. Es apostar por el futuro que deseamos, uno construido por personas que no solo consumen información, sino que la transforman en acción.

Si queremos transformar nuestra sociedad, el primer paso está en casa, en abrirles un libro real y significativo. Leer con ellos, hablar de lo que descubren, construir juntos sentido. Porque formar lectores hoy es formar agentes de cambio para mañana. (O)

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