Filosofía de vida

No en vano se dice que la milenaria cultura Oriental es sabia, profunda y muy rica. Allí nacieron varias de las tradiciones de pensamiento más influyentes del mundo como el budismo, el hinduismo, el taoísmo y el confucianismo. Son sociedades que valoran y respetan la experiencia y sabiduría acumuladas por los años. Destacan principios como la humildad y la paciencia a través de la práctica del Yoga y la meditación, priorizando de esta forma la espiritualidad y el autoconocimiento. Es una cultura vanguardista en varios campos del conocimiento con importantes inventos que han revolucionado la historia de la humanidad. La medicina tradicional china y la ayurvédica de la India ayudaron a comprender el cuerpo y la mente desde una perspectiva holística. Y, desde luego, no podemos pasar por alto el fascinante arte asiático que es universalmente reconocido por su complejidad, belleza y significado.
Sin embargo, hoy quiero centrarme en otro de los grandes atributos de oriente: la escritura china, esos trazos, símbolos y dibujos que dicen todo y no dicen nada. Y lo pongo así porque si hay algo que destacar de nuestra escritura de occidente es la forma analítica y fonética en que escribimos, ejemplo: si pensamos en la palabra ÁRBOL, ninguna de sus letras, ni la misma palabra, tienen relación visual o directa con la planta. Su identidad responde a un proceso de causa y efecto en el que intervinieron muchísimos factores previos (fonética, raíces de lenguas extranjeras, evolución histórica, etc.) La escritura Occidental es, por tanto, analítica, lógica y teórica, pues nuestras letras representan sonidos y no ideas o imágenes.
No así la escritura del chino mandarín que desarrolló una lógica de correlaciones y una filosofía basada en la analogía. Y es que, al leer en chino no nos enfocamos en el sonido, sino en figuras (dibujos – pictogramas) que se asocian directamente con su significado, ejemplo: los trazos que forman la palabra ÁRBOL representan la figura básica de un árbol: una parte superior (ramas), una parte inferior (raíces) y un tronco vertical cruzándolo por el medio. Como este, hay un sinnúmero de caracteres en los que la escritura china nos insinúa visualmente el significado, o sea, es más holística, relacional y pragmática.
Y esta es quizás la evidencia más objetiva de que lo que nos diferencia entre Oriente y Occidente es toda una filosofía de vida y no solo su cultura o escritura. Dibujar significados en vez de sonidos letrados nos enseña que la vida misma debe ser más relacional y menos racional, que debemos sentirla, expresarla y disfrutarla sin complicarnos al analizarla o al buscar su lógica. Hacerlo, es toda una filosofía de vida. (O)