Esta Modernidad

Desgajando los ingredientes con los cuales está compuesto esta modernidad y quizás colocándonos desde el nido de un gorrión a observar, perplejos, asustados, impotentes, atados de pies y manos con amarras invisibles, incapaces de encontrar un freno para parar este rodar a un precipicio que ni siquiera sabemos dónde y cuándo terminará, describiremos una maligna estrategia para terminar lenta y agónicamente con nuestro transitar por este planeta.
Habemos quienes creemos que estamos viviendo en un mundo equivocado. Se está sembrando la duda en la identidad, el ser humano olvida quién es. Tememos al silencio, somos adictos al ruido y huimos de la introspección incapaces de sostener la calma renovadora. La mente es una marioneta de notificaciones, scrolls infinitos y pantallas brillantes. Tenemos acceso a todo, menos a nosotros mismos. Mucha gente vive muy acelerada, pero sin dirección, se despiertan cansados y se acuesten angustiados enfocados en el valor de su productividad, pero jamás llegan a sentirse satisfechos. Con sed de más éxito, más belleza y más aprobación para ser dignos. Se corrompe el lenguaje desvirtuando las palabras. El «amor» ya no significa entrega, sino posesión, la libertad se confunde con egoísmo y la «verdad» es solo una narrativa personal, moldeable al antojo. Se fabrica una “ilusión” de libertad con infinitas opciones, pero todas vacías. La gente siente que puede elegir, pero ninguna opción lo lleva a la plenitud, así, el alma la desgastan buscando sin encontrar sino un vacío existencial. El deseo que podría ser creativo, divino, se ha vuelva ruin, obsesivo, compulsivo. La búsqueda de placer eclipsa la búsqueda del sentido de la vida. La sed espiritual no es más que una moda. Opinando, criticando y hasta insultando en las redes, pero sin capacidad de dialogar, gritando mucho y escuchando poco, con rápida ofensa, pero lento perdón.
Los jóvenes convencidos de que ya lo saben todo, sienten que no necesitan guías, ni ancianos, ni historia, más bien burlándose de la experiencia y confundiendo rebeldía con sabiduría. Vivir intensamente para ellos es creer que todo está permitido, que nada tiene consecuencias, que pueden romperse mil veces porque siempre hay un filtro, una pastilla o una excusa. Rodeados de “influencers” sin causa, famosos sin arte, líderes sin verdad, aplaudiendo la apariencia mientras la esencia se va marchitando. Huyen del amor estable, del trabajo profundo, de la entrega total sobredimensionando el esfuerzo. Con una insaciable sed de socialización viven en soledad, aunque estén rodeados de miles, aunque tengan mil amigos virtuales, creyendo que nadie los comprende, que no pertenecen, que la esperanza es solo para los ingenuos.
Los artistas con magia y poesía que producían encantamiento y fascinación se están extinguiendo, se está pulverizando la madurez mental y está siendo reemplazado por el sin sentido. Es una época obscura de ruidos estridentes gangosos, vulgares, soeces de asfixiante y monótono bum bum haciendo añicos al arte y prostituyendo la música.
Con total extravío cultural vociferan asquerosidades con el permiso y la complacencia de las chicas agraviadas. Ruidos con letras perversas que, si se logra descifrar, son procaces y soeces. No son cantantes sino símbolos de la decadencia, de la derrota cultural, de la destrucción de los valores y la familia, la desaparición del vínculo intergeneracional. (O)