Energía en pausa, caso Progen

Columnistas, Opinión

Hoy en día, que la electricidad es un recurso tan valioso, las decisiones sobre su producción no siempre son las más acertadas. Por eso, la reciente cancelación unilateral del contrato con Progen, una empresa que había conseguido contratos de generación eléctrica por USD 149 millones, exige respuestas claras del gobierno ante la opinión pública.

El contexto de esta contratación se remonta a la emergencia declarada por el Ejecutivo en 2024 (Decreto 226), justo cuando el país enfrentaba apagones de hasta 14 horas diarias. Se trató de una asignación directa, bajo el régimen especial de la Ley Orgánica del Sistema Nacional de Contratación Pública, con el fin de instalar plantas de energía térmica con una capacidad de hasta 150 megavatios (MW) en Quevedo y Salitral.

Un año después, se esperaba que ambos proyectos estuvieran generando electricidad, lamentablemente, ninguno está en funcionamiento y el Ministerio de Energía decidió poner fin al contrato de manera unilateral, argumentando incumplimiento por parte de la empresa. Esta resolución, desde la perspectiva gubernamental, se justifica por motivos atribuibles al contratista debido a incumplimientos contractuales.

El problema va más allá de un simple litigio. Desde el principio, la empresa contratada habría presentado irregularidades que no se habrían considerado o que se habrían ignorado deliberadamente. Entre las posibles anomalías, Progen mantendría relaciones con firmas en paraísos fiscales y con ecuatorianos sancionados como contratistas incumplidos.

¿Fracasó la empresa al no cumplir con el cronograma? ¿Hubo fallos en la supervisión técnica del Estado? ¿Las condiciones del contrato eran poco razonables desde el inicio? ¿Intereses particulares pesaron más que las urgencias nacionales? ¿Todo fue parte de un esquema de corrupción? Las respuestas, sin duda, son compartidas.

Mientras algunos ven la decisión como un paso necesario, otros se preguntan si realmente se están abordando las raíces del problema. El tiempo se encargará de poner las cosas en su lugar. Por ahora, lo que sabemos es que no habrá energía nueva de Progen ni de ninguna otra fuente para el sistema nacional interconectado y esto significa que los apagones seguirán siendo un riesgo, ya sea por la sequía o por las lluvias excesivas. 

Este escenario resalta la necesidad de hacer cambios estructurales y de depender lo menos posible de «soluciones exprés». Cuando se apagan las luces, se pierden oportunidades, productividad, confianza, tranquilidad y alegría. Eso no se puede tolerar nuevamente. (O)

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