El poder de la comunicación 

Columnistas, Opinión

A lo largo de la historia, los gobiernos han entendido que el control de la comunicación es un instrumento esencial para sostener y consolidar el poder político. Necesario recordar el papel que jugó Joseph Goebbels como ministro de propaganda del Tercer Reich. Hitler entendió que para mantener su poder no bastaban los mítines o las leyes; requería una narrativa omnipresente que exaltara sus ideales, demonizara al “otro” y mantuviera cohesionada a una población fragmentada. Para ello, confió en Joseph Goebbels, considerado uno de los principales arquitectos de la maquinaria propagandística nazi.

Gobernar implica persuadir, legitimar y orientar el pensamiento colectivo. No basta con tener el control de las instituciones: se necesita moldear la percepción de la realidad. En ese sentido, el manejo de la comunicación se convierte en un instrumento de gobernabilidad, y a veces, en un mecanismo de dominación.

Joseph Goebbels lideró el Ministerio de Propaganda del Tercer Reich con un objetivo claro: establecer un control absoluto sobre el discurso público. Utilizó el cine, la radio, la prensa, la literatura y hasta el diseño gráfico para construir una visión del mundo favorable al régimen.

A través de mensajes repetitivos, apelaciones emocionales y la censura de opiniones contrarias, instauró una narrativa única: Hitler como salvador, el pueblo alemán como víctima, y los judíos como enemigos internos. El resultado fue una manipulación masiva que facilitó el ascenso y permanencia del nazismo.

Si bien el contexto actual ha cambiado radicalmente, los principios básicos del manejo político de la comunicación persisten. Las redes sociales, los algoritmos y la big data han transformado el modo en que los líderes se conectan con las masas, pero la intención sigue siendo la misma: persuadir, movilizar y controlar.

La historia nos enseña que el poder político no se mantiene solo con coerción o legalidad, sino también con narrativas que dan sentido y dirección. El caso de Hitler y Goebbels es una advertencia sobre cómo la comunicación, si es utilizada sin escrúpulos, puede convertirse en un instrumento de opresión.

En estos días se escuchó en los medios que la dirección de los medios públicos estaría en de manos una ex correista acérrima; circunstancia esta que muchos ecuatorianos lo rechazaron, El presidente Noboa debe poner gente de su confianza en puestos estratégicos como el de los medios públicos. La Administración Pública no debe estar en manos de Correistas; la mayoría de ecuatorianos votamos porque no regrese el Correísmo. Votamos por una auténtica democracia, sin conspiradores ni oportunistas. 

Presidente Noboa, rodearse de gente de confianza fomenta un equipo cohesionado y leal. Esto es crucial para la implementación de políticas, ya que asegura que los miembros del gabinete estén alineados con su visión y trabajen con dedicación para alcanzar los objetivos propuestos. La lealtad reduce el riesgo de sabotajes internos o fugas de información, lo que es vital en entornos políticos de alta presión. Así lo entendió Hitler y los grandes políticos de la historia; esperemos que nuestro joven presidente también lo entienda. (O)

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