La revuelta de las pititas / Luis Fernando Torres

Columnistas, Opinión

Las manifestaciones en contra de Evo, en Bolivia, se iniciaron con cierres pacíficos de las vías. En lugar, de colocar llantas y piedras, los protestantes tendieron piolas de colores.

La revuelta de las piolas o de las pititas creció tanto que terminó con el gobierno de Evo, enviándole a éste al exilio.

El 42% de la población de ese país dijo ser indígena en el último censo. En el penúltimo, se declaró tal el 60% .

Las piolas fueron utilizadas por todos los segmentos poblacionales para expresar su rechazo al fraude y a la burla de un proceso electoral viciado. 

Evo ganó la primera vuelta. Nadie dudaba de ello. Lo que ninguno aceptaba era que había ganado en una sola vuelta. 

La no realización de una segunda vuelta detonó la reacción social. El disgusto con el cambio jurídico para habilitarle a Evo a una reelección más, no pasó de ello, tanto que pudo ser candidato y competir.

En cambio, el fraude electoral no le perdonaron.

La decisión de los militares de retirarle el apoyo obedeció a dos razones. La primera, evitar la represión que, en el gobierno del Presidente anterior, Sánchez de Lozada, llevó a que los mandos militares fueran condenados y encarcelados.

La segunda, el simbolismo de las piolas y pititas  y la fuerza emocional que provocaron en manifestantes que decidieron no rendirse.

Uno de los componentes más potentes en las revueltas de la actualidad es el simbolismo que encierran. Unas simples pititas encendieron la hoguera boliviana. (O)

Deja una respuesta