Inseguridad sin control / Editorial
Día a día la delincuencia crece en las ciudades y en los campos. Nada detiene a los delincuentes, ni siquiera la presencia de más policías, menos aún las leyes severas o las alarmas barriales. La delincuencia opera fuera de los controles estatales. La ciudadanía, con razón, se siente desprotegida.
Las noticias de la muerte de la persona que, con su hijo, retiraba y depositaba dinero en un cajero de Ibarra, y de los abogados asesinados también en la provincia de Imbabura, constituyen ejemplos del nivel de peligrosidad de los delincuentes, no ya en la costa, sino en la sierra misma, región caracterizada por ser menos violenta.
Ambato, por su condición de capital del centro del país, es un espacio apetecido por los delincuentes de otras ciudades. Diariamente se reportan asaltos y otro tipo de delitos, algunos, inclusive, de alto impacto en el patrimonio y la integridad de las personas.
El número de policías y patrulleros no es compatible con las necesidades de seguridad de la ciudad. Las entidades públicas locales carecen de planes, debidamente elaborados, para encarar la amenaza delincuencial. Urge un cambio de visión en el sector público para hacer de la seguridad una prioridad local. (I)