Docencia al límite

Columnistas, Opinión

Un S.O.S. educativo (Save our soulds) del inglés, “salven nuestras almas”, callado en un inicio, va tomando fuerza dentro de la sociedad educativa ecuatoriana. Varios factores inciden dentro de la tarea docente que la están saturando y llegando al agotamiento de una actividad que otrora, era un trabajo que satisfacía la vocación y la entrega al servicio. Hoy ese llamado débil, va a tomar fuerza cuando las situaciones se desborden; y, sea necesario hacer un alto, para analizar los diversos factores que han desvirtuado la noble tarea de educar y formar a las personas como gente profesional, honesta, seria, responsable, digna. Factores de este viraje peligroso, basados en la falta de respeto de los estudiantes, falta de apoyo familiar, falta de respaldo legal e institucional, contribuyen a formar un problema grave.

Trabajar con exceso de estudiantes en el aula, es ya un problema; y, si dentro de estos hay estudiantes con necesidades especiales, es peor aún. El docente cumple la tarea de enseñar, no es un especialista en trastorno por déficit de atención e hiperactividad, en autismo, en problemas de aprendizaje, en desarrollo social o del comportamiento. Para eso están los especialistas del DECE o los profesionales que brindan asistencia privada. 

La evidente falta de apoyo de los tutores legales o padres de familia, que no forman, ni controlan, no se involucran más que para exigir; alimenta, cada día, el nivel de carga docente. Y la institución educativa, como patrono, debe cuidar y precautelar que sus recursos humanos tengan asistencia personal, social, psicológica; junto con la capacitación profesional adecuada, en los días y horas que el docente permanece en la institución educativa para cumplir con su carga horaria. 

El docente, aunque no lo diga, no lo manifieste, pero con acciones diferentes, da a entender que necesita respaldo, ayuda y hasta auxilio institucional para sentirse parte del plantel y desarrollar su sentido de pertenencia. El agotamiento emocional y físico nace y crece por la apatía de las autoridades que no reconocen ni apoyan la tarea del docente; se guían por directrices carentes de sentido común, que las disfrazan de actividades complementarias que sobrecargan de trabajo administrativo, no didáctico.  

El estrés emocional es peligroso, debido a la presión por mejorar niveles de rendimiento, llamados de atención de autoridades, molestias y roces sociales con los padres y estudiantes, derivados de la gestión de aula. Esta situación, provoca un estado de desgaste emocional conocido como «burnout» o síndrome del trabajador quemado, que se manifiesta en agotamiento, despersonalización y baja realización personal. Los especialistas en tratamiento de la personalidad manifiestan que la sensación de fatiga persistente, incluso después de descansar, irritabilidad, ansiedad, depresión y falta de motivación, la pérdida de interés por el trabajo, desapego hacia los compañeros, producto de la sensación de ineficacia y falta de realización impiden que se logren los objetivos laborales; esto puede causar dolores musculares, migrañas, problemas gastrointestinales. “La sobreexplotación docente en el Ecuador: una realidad que enfrenta la educación ecuatoriana” G-nerando. Revista de investigación multidisciplinar (junio 2024). (O)

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