Cultura, Ambiente, Mujeres y Turismo en Ecuador

Columnistas, Opinión

La supuesta modernización del Estado en Ecuador, en teoría, busca mejorar la eficiencia y productividad de la adminstración pública, que tan venida a menos ha estado en los últimos años; esto implicaría cambios importantes en instituciones públicas, como ya se ha visto concretamente con el Decreto  Presidencial Nº 60, por medio del cual se determina la fusión entre varios Ministerios: el Ministerio de Cultura y Patrimonio que se fusiona al Ministerio de Educación; el Ministerio del Ambiente que se fusiona al Ministerio de Energía y Minas; el Ministerio de la Mujer y Derechos Humanos que se fusiona al Ministerio de Gobierno;  y,  el Ministerio de Turismo que se fusiona con el Ministerio de la Producción; entre otros.

Al respecto hay tantos puntos de vista distintos, yo me concentraré en dar mi opinión personal exponiendo comentarios de gente valiosa vinculada con la Cultura propiamente; sin embargo, antes sólo diré que en materia ambiental, el Ecuador, fue el primer país a nivel mundial en otorgarle derechos a la Naturaleza, desde una visión netamente biocentrista y claramente ancestral, respetando la herencia de nuestros pueblos indígenas y originarios de concebirle al planeta Tierra como una madre dadora de todo lo que necesitamos para la subsistencia humana aqui en esta casa común y compartida; pero ahora, sin el órgano rector de esa política pública ambiental que garantizaba el respeto y cumplimiento de esos derechos otorgados a la Pacha mama, quien sabe qué pasará. ¡Nuestros recursos naturales necesitan nuestra atención y ahora parece más urgente que nunca!

En el área cultural, la situación también se ve difícil, a pesar de la debilidad institucional que ya existía, ahora se ha agudizado, empero de que varios de esos comentarios de gente vinculada con el sector cultural determinan que la estructura en sí manejada por el Ministerio de Cultura y Patrimonio era bastante ineficaz, en cuánto especialmente a los fondos que entregaba al IFCI,  para “repartir” con “el pueblo” por medio de los famosos “fondos concursables”, fondos a los que generalmente accedían pocas y frecuentes personas “expertas” en administrar proyectos culturales a nivel nacional.

Es decir, las estructuras manejadas para entregar altísimas cantidades de fondos económicos, por medio de estas instituciones culturales diridigas por el Ministerio de Cultura y Patrimonio, que usualmente se direccionaban sin criterios técnicos y sí con compadrazgos y prioridades inexplicables, no empezaban a dar buenos resultados en el tiempo, resultados que al ser medibles, terminaron por defender una decisión gubernamental que seguro perjudica a todos los procesos culturales en nuestro país que sufre daños serios ahora mismo.

Los avales del 150% de deducibilidad en el pago del impuesto a la renta; el acceso posible a fondos nacionales que motiven y apoyen la producción y gestión cultural; la capacitación continua que deberían dar las instituciones culturales para fortalecer el tejido social en lugar de desgastarlo más; la posibilidad de implementar procesos reales que incidan en la alternativa de mayor presupuesto para el sector cultural, son temas tan escenciales que no se deberían dejar de discutir en el seno del gobierno.

Ahora bien, las Casas de la Cultura a nivel nacional se vuelven aún más representativas que antes, ya que pasan a ser las únicas instituciones públicas con autonomía y competencias en generar política pública cultural, promover y difundir la Cultura en todo el territorio dentro de la diversidad de manifestaciones culturales, fortalecer el diálogo intercultural y la participación activa de la ciudadanía, fomentar la permanente circulación de los bienes y servicios culturales dentro de las 24 provincias del país y en especial sostener los procesos Artísticos y Culturales desde su autonomía a mediano y largo plazo.

Lo único que podemos desear, porque ahora mismo es lo único que nos queda, es exigir al Ejecutivo que tal como el pueblo acepta sus decisiones, él con sus entes gubernamentales también respeten la autonomía de las Casas de la Cultura a nivel nacional y que antes de golpear más al sector cultural lo fortalezca a través del incremento presupuestario, entrega de bienes en buen estado, fortalecimiento y capacitación del Talento Humano y lograr mantener un diálogo permanente con esta institución que representa un sector tan delicado y vulnerable, pero tan representativo y escencial para el Desarrollo de los pueblos, como lo es la Cultura. (O)

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