Carrera de caballos

Columnistas, Opinión

La Asamblea Nacional no goza de buena reputación, no ahora, sino desde que existe. De hecho, su confianza ha caído a menos del diez por ciento en algunas ocasiones. Cada nuevo ciclo comienza con discursos que buscan reivindicación, prometiendo que las cosas serán diferentes. Ver para creer. 

La legislatura actual, como de costumbre, inició actividades con mucho fervor y su presidente garantizó que no se repetirán errores del pasado. 

En efecto, la celeridad es una característica que distingue al Legislativo actual. En menos de treinta días, ha conseguido aprobar proyectos de relevancia, muy a pesar de la oposición, principalmente correísta. Esto realmente marca un hito.

El 3 de junio, fue aprobada una reforma en la constitución que deroga la restricción impuesta en 2008, bajo el mandato de Rafael Correa, que prohibía la instalación de bases militares en territorio nacional. 

Cuatro días después, obtuvo luz verde una iniciativa impulsada por el presidente Daniel Noboa para fortalecer la lucha contra organizaciones delictivas. Esta ley permitiría la incautación de bienes vinculados a delitos y establece penas muy fuertes por el robo de combustibles y la colaboración con grupos criminales. Además, se incluyen propuestas de apoyo financiero para zonas afectadas por la violencia.

Tres días más tarde, la Asamblea Nacional sancionó en su segundo y definitivo debate la Ley Orgánica de Inteligencia Estratégica y Contrainteligencia. Esta normativa define el contexto jurídico para el funcionamiento del Sistema Nacional de Inteligencia del país. Todo esto, en el lapso de una semana. 

Además, el titular del Legislativo anunció que los asambleístas trabajarán de lunes a viernes, sin descanso, como cualquier otro ciudadano. Incluso para discutir estos proyectos, se llamó a sesiones del pleno, en pleno fin de semana.

Una parte significativa de la población ve con buenos ojos acciones de esta naturaleza; sin embargo, la cantidad no siempre indica calidad y la velocidad tampoco asegura eficacia. Es correcto que los legisladores cumplan con sus funciones, para eso fueron elegidos, pero un cuerpo normativo por sí solo no cambia nada. La ley necesita reglamentos y para su implementación es fundamental asignar recursos económicos. Aquí es donde frecuentemente se paralizan las iniciativas.

El país espera que, el inicio de la Asamblea del »nuevo Ecuador», no sea una carrera de caballos y una parada de, lo que sabemos continúa en la segunda parte del refrán. (O)

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