Amaguaña y su sabor con alma chagra

Amaguaña, parroquia rural al sureste de Quito, es más que un rincón andino: es una tierra de vida, como lo sugiere su nombre kichwa: Ama (no) y Wañuna (morir). A los pies del volcán Pasochoa, este enclave combina historia, paisaje y una fuerte identidad cultural, que hoy se refleja con sabor propio en propuestas gastronómicas como la del restaurante La Cofradía El Grill.
En su geografía se entrelazan el pasado indígena y la vida colonial: antiguos tiánguez y haciendas como la de Chillo-Jijón hablan de una historia rica, marcada por el intercambio, el trabajo textil y la resistencia. Hoy, la parroquia limita con Conocoto, Rumiñahui, Mejía y Quito, y mantiene en su parque y su iglesia los espacios de encuentro de su comunidad.
Uno de los atractivos más recientes es La Cofradía El Grill, restaurante fundado en 2011 por Ronald Anchapaxi, quien se presenta con orgullo: “Soy el chef de aquí… y me dicen el chagra, porque me gustan los toros, los potros y la vida del campo”. Inspirado por esa identidad rural, su local fusiona cocina a la brasa con un homenaje tangible al mundo andino.
El lugar, ubicado en la entrada del barrio Pelucha, conserva un ambiente de casa campesina, adornado con guitarras, sombreros, recuerdos de músicos como Jaime Díaz de los Jayac, y objetos donados por visitantes. “Aquí han pasado muchos artistas… Los únicos que nos faltan atender son ustedes”, bromea Ronald, mientras invita a probar su especialidad: los pinchos servidos en ramas naturales.
Los platos mezclan tradición y creatividad: picaña, chorizos cuencanos y parrilleros, pechuga de pollo, papas criollas, y ensaladas con vinagretas caseras. “Solo aquí puedes probar este sabor y este ambiente”, asegura. Atienden todos los días, desde las 8:00 hasta las 19:00.
Visitar Amaguaña no solo es respirar aire puro y mirar los Andes. Es también detenerse en La Cofradía y entender que la cocina es una forma de contar la historia. En este rincón de la «Tierra del no morir», cada plato es memoria viva, y cada objeto en la pared, un testimonio de comunidad. (I)