El protocolo

Todo programa, evento, celebración, presentación, lanzamiento, conmemoración, exposiciones, entre otros, se derivan de la importancia social, institucional, cívica, administrativa, mediante la cual desean demostrar ante el colectivo la imagen e identidad que representan. La formalidad, importancia y validez legal o social de estos actos que, cumpliendo requisitos estrictos busca marcar un hito significativo que lo califica e identifica con reconocimiento social por la calidad del acto.
Lo mencionado, se llama protocolo que, son reglas establecidas por norma o costumbre y que se emplean en las relaciones sociales, institucionales y personales. Es una pauta para saber qué hacer y cómo actuar en diferentes situaciones. Por lo tanto, el protocolo engloba una serie de conductas, comportamientos, hábitos y maneras que se consideran adecuadas en un momento preciso. El Protocolo regula la organización y desarrollo de actos, ceremonias, eventos institucionales, académicos, culturales, cívicos asegurando el orden, el respeto desde la puntualidad, vestimenta y tratamiento a autoridades. No es solo una formalidad, es una herramienta clave para la comunicación simbólica, transmitir la identidad institucional y prestigiarla.
Sin embargo, de estos aspectos técnicos organizacionales, observamos, asistimos y participamos de actos en donde es muy notoria la impuntualidad y el atraso grosero e irrespetuoso. «El problema con ser puntual es que nadie está ahí para apreciarlo, excepto tú mismo, es decir, la persona más importante en tu vida.» Franklin P. Jones
El protocolo está controlado por personas proactivas, quienes toman la iniciativa, anticipan problemas o necesidades, y generan soluciones sin esperar a que las cosas sucedan. En actos cívicos, institucionales, sociales hay atrasos, esperas, improvisaciones que, sin la cortesía de la disculpa pública, empiezan el acto como si nada ha pasado. El protocolo dispuesto, no permite improvisar, descuidar la puntualidad, ignorar la jerarquía, usar vestimenta inadecuada, interrumpir o hablar sin escuchar, ni mostrar falta de respeto hacia símbolos, espacios o personas. Dentro de un protocolo, el retraso en el inicio de un acto se considera una falta de respeto a todos, genera incomodidad a los asistentes y desluce el acto. El maestro de ceremonia dirige el acto basado en el protocolo, solicita, pide, ordena que se cumplan ciertos rigores como ponerse de pies, descubrirse la cabeza y cantar el Himno Nacional con reverencia. Es una pena que se observen situaciones negativas que se pueden controlar por medio del protocolo.
El protocolo es planificado con antelación. Si este no contempla una presentación extra, unas palabras de última hora; que no se admita sin traje formal, que ingresen por determinado acceso, que no asistan niños pequeños por la solemnidad del acto, ni mascotas; o un determinado número de personas por graduado; pues debemos comunicar, anticipar y disponer su fiel cumplimiento, pero no está bien que se haga tabla rasa de una norma que nos hace ver como maleducados, que hacemos lo que nos da la gana y nos vale un atado de ajos la normativa y que además, no tengamos el ejemplo de las autoridades, es terrible. La norma no se cumple sola, se necesita educar para vivirla. (O)
