Geopolítica, petróleo y un país atrapado

Columnistas, Opinión

La presión internacional se intensifica, mientras el costo humano sigue recayendo sobre la población.

En el tablero geopolítico, Venezuela ocupa una posición incómoda. El petróleo, la seguridad regional y el pulso político colocan al país en el centro de una escalada de presión que se extiende por el Caribe y el Pacífico. El despliegue de portaviones, tropas y operaciones navales confirma que la ofensiva contra el régimen de Nicolás Maduro se intensifica. No es retórica: es un cerco con acciones concretas y consecuencias todavía impredecibles.

Bajo el argumento de combatir el narcotráfico, se intensifican operaciones en zonas marítimas próximas a Venezuela. De acuerdo con medios internacionales, 27 lanchas habrían sido destruidas y al menos 99 personas habrían perdido la vida hasta ahora. Las cifras revelan que no se trata de hechos aislados, sino de una estrategia de alto impacto. A ello se suma la incautación del buque petrolero venezolano Skipper y la advertencia de posibles nuevas confiscaciones: un ataque directo a la fuente principal de ingresos del régimen.

El asedio se completa con la advertencia sobre los riesgos de operar en el espacio aéreo venezolano, una medida que, en la práctica, profundiza el aislamiento del país. Paralelamente, Washington endurece las medidas económicas e insiste en la existencia de un “plan de contingencia” para Venezuela. En la conversación confirmada entre los presidentes Donald Trump y Nicolás Maduro no hubo acuerdos. Por el contrario, las amenazas y la desconfianza crecen de lado y lado.

Maduro encabeza un sistema autoritario que ha debilitado las instituciones, persiguiendo a la oposición y empujando a millones de ciudadanos al exilio. La corrupción, la represión y el colapso económico explican por qué Venezuela llegó a esta situación de vulnerabilidad extrema. El régimen, que ahora busca respaldo de la comunidad internacional, no es una víctima inocente. Pero EE.UU. tampoco actúa como un actor neutral. La experiencia histórica demuestra que los bloqueos y las maniobras militares buscan la caída de gobiernos.

Mientras, para la población venezolana continúan la escasez y la incertidumbre. Las potencias mueven las fichas del tablero geopolítico, pero el impacto se siente en la mesa vacía y en las familias separadas por la migración. Entre el autoritarismo interno y el asedio externo, quien más sufre sigue siendo el pueblo de a pie. (O)

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