Bala perdida atraviesa muros e impacta a hombre

Miedo en Huachi Totoras. Sujeto que guardaba su moto se esconde tras grito de «¡Alto!», pero disparo de desconocidos hiere a su familiar sentado en el sofá.
La noche caía pesada sobre Huachi Totoras. Era una hora de recogimiento, la calma que precede al sueño, hasta que fue brutalmente destrozada por el eco de la violencia.
Un hombre de 30 años, realizaba una tarea: guardaba su motocicleta Yamaha negra, placas 0000, frente a su hogar. Fue un instante de rutina que se convirtió en una pesadilla. De la penumbra surgieron dos siluetas anónimas. Un grito cortante, la orden ominosa: «¡Alto!».
El instinto del hombre le salvó la vida. Se arrojó a la clandestinidad, buscando refugio. Pero el miedo se materializó en plomo. Un aproximado de tres detonaciones reventaron el silencio, disparos lanzados al azar o con una puntería despiadada.
La tragedia no se fue para el joven, sino en un testigo involuntario. Dentro de la casa, un hombre con 37 años, estaba sentado en su sofá. Fue allí, en el interior de su propio hogar, donde el terror lo alcanzó. Una de las balas, perdida o dirigida, impactó en su abdomen. El sofá, el epicentro del descanso, se transformó en el lugar de la herida.
En minutos, la zona se saturó de sirenas. La móvil Picaihua,, fue la primera en llegar a las coordenadas de la angustia. La visión de la herida movilizó una respuesta urgente. El Alfa 22, al mando del paramédico Fabián Mayorga, se abrió paso para estabilizar al herido y trasladarlo a la esperanza del Hospital del IESS.
Mientras la víctima luchaba por su vida, la zona se convertía en una escena de investigación. Criminalística evaluaban la dramática irrupción. Los motivos del ataque, la identidad de las sombras que empuñaron el arma, seguían suspendidos en la oscuridad.
El procedimiento culminó con un acto de protección, reubicando a los afectados en un Hostal, lejos del escenario de la agresión. (I)
