ENDEREZAR EL CAMINO

Columnistas

En el camino de la vida, los errores como las enseñanzas suelen ser contundentes, bien como doloroso recuerdo o como una agradable experiencia. “La vida no es fácil, hay que vivirla” decían los abuelos con razón. No hay triunfo sino se cruza la meta, esto exige pensar que el logro verdadero no está solo en llegar a la meta, sino en superar el proceso y alcanzar el objetivo final.  

Gran lección la del domingo pasado. El triunfalismo es una actitud de excesiva seguridad y superioridad; a menudo, está infundada en la autovaloración o elevado optimismo que da como ciertos algunos resultados; inclusive, lleva a cantar victoria antes de tiempo. Y en política, cuántos y tantos personajes han cometido el error de distorsionar la realidad por la falta de autocrítica.

El poder hace que una persona se confíe demasiado, se crea superior y pierda la perspectiva, comportándose de manera arrogante y desmedida. Nombrar a personas, (por más prestigio y arrastre que tengan) que conformarían la posible Asamblea Constituyente, sin antes tener el favor del electorado, es subestimar a la competencia.

Ya no son tiempos de políticos de oficio, muchos son inexpertos ciudadanos que llegaron a la política sin la formación que los partidos y movimientos, les debían haber dado con los fondos partidarios que reciben. Es por eso que se les hace difícil reconocer las propias limitaciones, escuchar activamente a los ciudadanos y opositores; y priorizar el bien común sobre el interés personal; porque piensan que llegar a esas dignidades, le sube a una tarima sobre el hombro de los ciudadanos.

La realidad despierta a los ensimismados en la nube electorera; se espera que este aprendizaje dure y piensen que este fracaso es simplemente la oportunidad de empezar de nuevo, pero esta vez de manera inteligente, como lo dijo Henry Ford.  Aprender de los errores exige analizar las causas y consecuencias para no repetirlos, fortaleciendo la autoconfianza y desarrollando habilidades para afrontar desafíos futuros mediante la reflexión objetiva y la acción de aplicar lo aprendido en situaciones similares.

El mandato del pueblo es claro y contundente, hay que enderezar el camino hacia la solución de los verdaderos problemas, cuya urgencia no fue atendida a tiempo como la salud, para dotar de medicinas a los hospitales y eliminar la corruptela administrativa mercantilista. La situación caótica del IESS no está bien administrada por el presidente del directorio. La educación con sus lentos procesos de formación, actualización y construcción personal, no está acorde a las demandas de una sociedad productiva y cívica. Enfrentar con mayor rigor al crimen organizado, depurando las instituciones de agentes, funcionarios, empleados, delegados y otros que convierten a la administración pública y sus procesos en corruptos.

Es oportuno citar a Velasco Ibarra quien, en unción cívica de su mandato, manifestó: “Hay que gobernar para el pueblo”. Su discurso promovía la idea de un gobierno que beneficiara directamente a la gente, enfatizando la moralidad, la democracia, la garantía de las libertades públicas y el combate a la corrupción.

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