Proporcionalidad

Columnistas, Opinión

Sentir la euforia de alcanzar la cima de una montaña es proporcional al esfuerzo realizado en subirla. Graduarse con honores en la universidad refleja la disciplina y sacrificio que proporcionalmente el estudiante dedicó a lo largo de su carrera. Los mejores escritores, deportistas y artistas suelen ser los que en proporción más horas han dedicado a practicar su pasión.

Más allá de las excepciones, que las hay, la regla de la proporcionalidad es bastante coherente: a más esfuerzo, dedicación y disciplina, mayor será el logro alcanzado. Por el contrario, quienes menos se esfuerzan, menos consiguen.

En este sentido, existen dos escenarios de actualidad política que, aunque no están vinculados directamente, nos enseñan lo que representa el uso proporcional de la fuerza en circunstancias de conflicto.

El primero de ellos es el ultimátum al grupo terrorista Hamás por parte del presidente norteamericano Donald Trump, obligándolos a aceptar su plan de paz con Israel bajo la advertencia de que si no lo hacen, se desataría «un infierno como nunca antes se ha visto». Una amenaza de coerción militar extremadamente directa e inequívoca que hasta el momento tendría un éxito rotundo.

Grupos islamistas como Hamas que infunden odio, muerte y terror, que representan un riesgo para el mundo entero, que han cometido atrocidades sin nombre en Israel y otros países, deben tener una respuesta proporcional a su nivel de violencia, exactamente como la advertencia que Trump les hizo.

El segundo escenario es aquí en el Ecuador donde también grupos terroristas de izquierda han demostrado niveles brutales de violencia, vandalismo, terror e incluso intentos de magnicidio y que llevan un mes secuestrada a la provincia de Imbabura.

La pregunta es: ¿Por qué decenas de miles de terroristas de Hamas entrenados para matar, armados hasta los dientes, fuertemente financiados, con amplio apoyo internacional e inhumanamente perversos y desalmados como ellos solos, aceptan sin más la advertencia del uso proporcional de la fuerza de Trump, y el gobierno ecuatoriano no puede hacer lo mismo lanzando también un ultimátum a estos terroristas locales?

La respuesta es simple: los terroristas islámicos saben que con Trump no se juega, conocen de la capacidad militar de la primera potencia mundial y entienden perfectamente que EEUU cumplirá si es necesario. En cambio, los terroristas del paro ecuatoriano saben que están protegidos por las leyes, que la justicia está corrompida y que si el presidente aplica mano dura, como ya lo ha hecho en varias ocasiones, a la postre no resulta del todo eficaz cuando, por ejemplo, los detenidos claramente identificados por intento de magnicidio salieron libres a los pocos días con leguleyadas.

Estados Unidos nos enseña que el que justifica la violencia como método de imposición y protesta, debe también aceptar proporcionalmente la fuerza como método de respuesta. Sin embargo, llevarlo a la práctica requiere presidentes valientes y audaces como Trump y Noboa, pero además con respaldo legal.  (O)

mariofernandobarona@gmail.com

Deja una respuesta