Boca arriba y boca abajo

Alguna vez conocí que existen dos formas de leer: boca arriba y boca abajo. La primera supondría una lectura descomplicada, lúdica, de gozo y pasatiempo, llevada a cabo sobre un sofá, cama o la playa. La segunda, implica análisis, entraña un acercamiento más sesudo y formal, es la que hacemos de silla y escritorio, de codos sobre la mesa.
Al leer boca arriba, la lectura se disfruta sin el compromiso de una exigencia de por medio. Al hacerlo boca abajo, muchas veces la misma exigencia por atenderla y entenderla nos abruma, aunque si despierta interés, igual la disfrutamos.
Este interesante ensayo posicional lleva implícita también una analogía perfecta para entender la forma en que navegamos por la vida diaria. También nosotros alternamos entre vivir boca arriba y boca abajo, y al igual que con la lectura, el secreto del bienestar quizás resida en reconocer cuándo es necesario adoptar cada postura.
La vida «boca arriba» (diferente al despectivo la vida “panza arriba”) es la que experimentamos cuando nos permitimos el lujo del ocio sin culpa. Es el tiempo que dedicamos a las relaciones sin una agenda, a un paseo sin destino fijo, a un hobby que no tiene otro fin que el de darnos alegría. Es la paz que sentimos al disfrutar de un atardecer, la ligereza de una conversación trivial con un amigo o la satisfacción de ver una película sin la obligación de reflexionar sobre su significado. Esta postura vital es indispensable para recargar la energía, para nutrir el espíritu y para recordarnos que el valor de la vida no reside únicamente en la productividad y la exigencia, sino en el gozo del simple existir.
Por otro lado, la vida «boca abajo» es donde ocurre el crecimiento, donde enfrentamos los desafíos y donde le damos forma a nuestro propósito. Es la postura de la disciplina: estudiar para un examen, trabajar en un proyecto complejo, confrontar un conflicto personal, entrenar con dedicación para alcanzar una meta o simplemente orar, reflexionar y meditar. Esta faceta de la vida, al igual que la lectura de un libro técnico, a menudo exige esfuerzo, causa frustración y cansa. Sin embargo, es en esta postura que forjamos nuestro carácter, ampliamos nuestros horizontes y descubrimos la profunda satisfacción que viene de la superación personal.
La analogía nos enseña que una vida plena no es la que se vive exclusivamente de una u otra forma (como tampoco la lectura, dicho sea de paso; al menos en mi caso). Una vida solo «boca arriba» podría volverse vacía o carente de propósito, mientras que una vida solo «boca abajo» nos llevaría al agotamiento y al estrés crónico. La clave está en la transición consciente entre ambas, sabiendo cuándo es momento de dejar de lado la silla y el escritorio para recostarse en la arena, y cuándo es hora de levantarse del sofá para sentarse y asumir el próximo gran desafío. (O)