Sueños universitarios

En todo el país, la demanda de cupos para el ingreso a las universidades públicas, es un camino lleno de zozobra y vicisitudes; en razón de que la demanda supera la oferta. Por más que se esfuercen preparándose, durante meses, incluso pagando cursos extras y obtengan la más alta nota, muchos se quedan “por uno o dos puntos” con la consecuente frustración de tantos jóvenes. Varios de ellos se anotan al plan B y C, que es tomar otras carreras como alternativa (así no le guste, tirando al suelo la mentada vocación) y en otras universidades de la región, con tal de estudiar.
A esa edad, quienes no ingresan, se ven orillados a laborar hasta el próximo año para intentar nuevamente la prueba. Se critica a esta realidad como horrible; y, no es por falta de méritos, sino por la pugna atroz, con una asignación de puntajes radical, con sesgo de injusticia y tufillo de corrupción. Aunque cada Universidad ofrece los cupos de acuerdo con la infraestructura, esto limita atender la sobre demanda de cupos por período académico. No hay cama para tanta gente, dice el dicho popular.
No obtener un cupo en la universidad pública es diálogo común entre aspirantes que, de acuerdo a sus opciones, consideran costearse el cupo en universidades privadas, que tienen procesos de admisión más flexibles, aunque para las clases populares, es difícil cubrir esta demanda inesperada. Se sugiere al estudiante, explorar programas técnicos y tecnológicos de formación profesional que tienen un mercado laboral inmediato.
De todas maneras, que el no obtener cupo en la universidad pública llega a ser frustrante, el ideal debe ser fuerte para mantener vivo el deseo de alcanzar las metas académicas El anhelo profundo de ser alguien en la vida, puede abrir o descubrir nuevas habilidades y conocimientos para avanzar hasta lograr cumplir los sueños universitarios. No ingresar a la universidad deseada no significa fracaso. Es una fase más o una prueba de vida, para que se conozcan de qué material se encuentran hechos y sea una razón férrea para perseverar en sus anhelos.
El ideal, cuando es una meta se vuelve esencia de vida. Se lucha, se demuestra, se empecina de manera renuente, es terca, porque vive en el inconsciente, más allá de ser sueño, en una vida mental perenne, casi real. Solo los que en realidad pasan por esta experiencia, saben lo profundo que cala en el alma, saberse aceptado o no.
Si los números indicaran la profundidad del drama que viven las familias de los estudiantes, antes y después de la famosa prueba, dirían que la tristeza es más que la alegría. Que después de la prueba, nada vuelve a ser igual. ¿Mi vida cambió de golpe, se amanece con un no sé qué, con lágrimas y manos que se juntan solas en aparente súplica? Preguntándome: ¿En qué he fallado; y ahora qué hago Señor? Conmueven estas palabras de Fabián. Su mirada se va hacia arriba en busca de algo que no encuentra aquí. (O)