La libertad de expresión / Andrea Durán

La libertad de expresión es considerada como uno de los derechos esenciales para el ejercicio democrático de una nación. Sin embargo, muchas voces siguen siendo silenciadas en diferentes países. Pues, la censura, persecución, y el miedo son realidades que afectan tanto a periodistas como a activistas de derechos humanos.
Hay una frase que debemos tenerla presente: “Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo». Esta frase atribuida a Voltaire, pero en realidad escrita por su biógrafa Evelyn Beatrice Hall, enfatiza la empatía y el respeto a la diferencia que debería guiar este derecho. No se trata de coincidir con el otro, sino de reconocer su derecho a expresar su verdad, aunque no sea la nuestra.
Reflexionando estos días he visto que si bien es necesario la libertad de expresión, esta debe venir acompañada de un grado de responsabilidad. Hacernos responsables de lo que decimos y la manera de hacerlo.
La libertad de expresión si bien permite plasmar nuestras ideas en pinturas, escritos y acciones. Estas deben ser vistas como una forma de expresión de la realidad que cada uno vive, sin embargo no será la única que existe.
Es por ello, que la libertad de expresión también suele tener límites cuando es contraria a los derechos humanos de otra persona.
Es necesario reconocer que la libertad de expresión debe ir de la mano con la responsabilidad. Cada palabra que decimos, cada imagen que compartimos, tiene un impacto. No se trata de autocensurarse, sino de pensar antes de hablar o escribir. De preguntarnos si nuestras palabras construyen o destruyen, si informan o confunden, si promueven el diálogo o el enfrentamiento.
En conclusión, la libertad de expresión es más que un derecho: es una herramienta poderosa para transformar, sanar, denunciar y construir. Pero como toda herramienta valiosa, requiere cuidado y responsabilidad. No se trata solo de hablar, sino de saber cuándo, cómo y para qué lo hacemos.
La clave radica en que podamos usar nuestras palabras no solo para decir lo que pensamos, sino para contribuir a un mundo donde todas las voces puedan ser escuchadas con dignidad. (O)