Robo o traición detrás del asesinato del profesor

Macabro hallazgo mantiene en la consternación a los vecinos de Miñarica II. Mario G., un respetado docente jubilado de 77 años, hallado sin vida en su propia habitación, no solo fue víctima de un posible robo, sino que las circunstancias de su muerte apuntan a una oscuridad que va más allá de un simple asalto.

El panorama era desolador: el cuerpo de don Mario, con un pie semimarrado y una toalla asfixiándole el cuello. Pero lo que realmente estremece es el testimonio de quienes lo encontraron: el cuarto revuelto, un indicio de que quien entró no solo buscaba objetos de valor, sino quizás algo más íntimo, algo oculto. ¿Fue la desesperación de un ladrón, o la fría mano de alguien que conoció sus movimientos, sus pertenencias, sus secretos?

El reporte oficial de la Policía Nacional, al que hemos tenido acceso, confirma los detalles iniciales del suceso. El hecho se registró el 27 de julio, aproximadamente a las 15:00 horas, en la Av. Antonio Clavijo y Ernesto Miño.

Según el informe, la alerta llegó a través del ECU 911. Una vecina preocupada por no recibir respuesta del hombre, dio aviso a las autoridades. Ella relata que, alrededor de las 14:00 horas, intentó comunicarse con él sin éxito, percatándose de que la puerta no se abría. Esta situación llevó a la solicitud de la presencia policial y la coordinación inmediata con unidades especiales.

Mario G., conocido por su apacible vida entre el vóley y las reuniones sociales, guardaba en su hogar algo que lo conectaba al mundo del comercio de calzado. La pregunta que flota en el aire es escalofriante: ¿quién se atrevería a silenciar a un hombre de su edad con tal violencia? Y, más inquietante aún, ¿cuáles eran las verdaderas intenciones de quienes irrumpieron en su hogar? ¿Un robo descubierto, o la traición de alguien cercano que conoció demasiado bien sus vulnerabilidades y sus bienes? La «causa de muerte a determinar» en el reporte oficial solo profundiza el misterio. (I)